1.
El paquete presupuestal para 2024 (criterios, Ley de Ingresos y Presupuesto de Egresos) ha caído con alarma entre los analistas y es de esperar, entre los legisladores. El paquete conlleva riesgos al abandonar la obligación legal del equilibrio, en donde los ingresos sostienen los egresos en una manera sana y sostenible, además de cumplir la obligación constitucional de sólo contratar deuda para inversión en infraestructura. Ahora, los egresos propuestos (9.022 billones de pesos) exceden los ingresos tributarios posibles (7.3 billones de pesos), lo que involucra un déficit de 2.2 billones, a financiar 1.9 billones mediante deuda interna (emisión de Cetes y otros bonos) y contratando 18 mil millones de dólares de deuda externa.
2.
Moody´s señala acremente que el gobierno olvidó el equilibrio fiscal, y se dispone a crecer con inflación y deuda en un peligroso coctel. Moody’s ve presión fiscal por el creciente gasto social, dejando poco espacio para la próxima administración. Es decir, como en los ochenta, la propuesta será crecer con deuda e inflación, incrementando el gasto clientelar con efectos sociales, de control y electorales. Los mayores incrementos en el presupuesto de egresos son para las Secretarías con proyectos icónicos, como Energía (para concluir Dos Bocas, ya sobre los 500 mil millones de pesos de costo total), Comunicaciones y Transportes para los ferrocarriles maya, transístmico e interurbanos (al AIFA y a Toluca, todos también con sobrecostos importantes), importando todo esto 223 mil millones de pesos. También, en el segmento de seguridad, los incrementos grandes son para Sedena, Marina y Guardia Nacional, en esa singular mezcla de militarización y negocios prevaleciente.
3.
En lo que se refiere al gasto social, los programas estrella de subsidios clientelares importarán 742 mil millones de pesos, a través de la Secretaría de Bienestar, mucho más que para Educación, que es la escalera más usual para salir de la pobreza y ser competitivos en la estructura abierta de la economía mundial. Con este gasto será evidente el reparto político-electoral-clientelar. Los rubros con escaso incremento son Educación (prácticamente lo mismo que el año anterior); Salud (menoscabada al pasar el grueso al IMSS Bienestar, la nueva apuesta para llegar pronto a Dinamarca); Agricultura con lo mismo que el año pasado para fertilizantes, precios de garantía y otros apoyos directos, con cero fomento o financiamiento a agronegocios al desaparecer la Financiera de Desarrollo Rural, y Turismo, que no obstante ser la segunda fuente de divisas del país sólo después de las remesas, su presupuesto se reduce drásticamente.
4.
En los Criterios Generales, la apuesta es que el país remonte con la no recesión en Estados Unidos y crezca como en 2023, entre 3 y 3.5%, porcentaje que de lograrse, elevaría la recaudación; sin embargo, las altas tasas de interés representan un mayor servicio de la deuda externa, en torno a los 1.1 billones de pesos. Inusual y provocadora es la propuesta del precio presupuestal para el barril de petróleo, puesto en 57 dólares, inferior incluso al establecido en 2023 y muy lejos del precio promedio del mercado, estimado entre 70 y 80 dólares el año próximo dada la disminución global de la producción decidida por Arabia Saudita y Rusia en la OPEP+. Cada dólar extra en el precio del petróleo serían unos 750 millones de dólares adicionales en los ingresos.
5.
El paquete habrá de generar una batalla legislativa aún cuando poco cambie y sea “por único año”; sin embargo, los efectos trascenderán a la próxima administración al ser crónico el faltante de dinero para cubrir todas las obligaciones gubernamentales. De aprobarse tal cual, el gobierno federal estará en la primera línea de la campaña electoral, distribuyendo dinero a manos llenas y presionando las campañas con el manido argumento de que un gobierno diferente podría quitar o reducir los apoyos.
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