1.
Tras un año de pérdidas y mercados maltratados en todos los frentes económicos y sociales, el venidero 2023 apunta a ser un mejor año en el que, por fin, podrían verse señales de recuperación de los peores efectos de la pandemia de Covid19, la inflación desbordada, la invasión rusa a Ucrania, las presiones de China por un mejor lugar en el mundo, el cambio climático y la erosión acelerada del bienestar en todas partes, cuyo corolario ha significado casi 700 millones de personas en situación de pobreza extrema y otro tanto con penurias laborales. El 2022 ha sido el peor año desde 2008, cuando sucedió la gran crisis financiera global, con pérdidas acumuladas que superan la imaginación. Tan sólo las expectativas de crecimiento se desplomaron y apenas llegan a los niveles prepandemia, es decir, por lo menos en los tres últimos años han sido marginales.
2.
Pero las cosas parecen decantarse. La inflación empieza a ceder por la elevación de tasas de interés, y en los Estados Unidos y México, por lo menos, ha iniciado su reducción. La tasa esperada para esta semana es de 7.1% en el coloso del norte, en tanto que en nuestro país rondará 8%, contra los 9% de hace apenas un par de meses. En Europa, la tasa inflacionaria se ha detenido en 10% y podría empezar a retroceder. Ello no compensa las pérdidas acumuladas en los mercados ni la erosión de los salarios e ingresos de la mayoría, pero significa claridad en el horizonte. El costo social, sin embargo, habrá de seguirse cargando por un periodo más largo, pues los efectos de una menor inflación suelen percibirse en el nivel cotidiano mucho después de haberse descontado.
3.
Esta semana, dicen los analistas, es considerada una de las más esperadas para poder estimar la situación venidera. Si la Reserva Federal incrementa su tasa en sólo medio punto*, será una señal de que la perspectiva, al fin, tiende a mejorar y los fondos e inversionistas podrán asumir mayores riesgos. Ello significará un buen año para los bonos y acciones en los mercados bursátiles, con mayor proyección para el crecimiento sostenido de las empresas y el comercio internacional. Con esta señal, los inversionistas tendrán un panorama más claro aún cuando los analistas esperan que la inercia inflacionaria resultante provocará una recesión durante el primer semestre del año, para mejorar el equilibrio en el segundo. J.P. Morgan espera la ya anticipada recesión, pero razona que, finalmente, se producirá la estabilización de los mercados y el crecimiento e inversiones se irán restableciendo.
4.
La buena noticia, destacan, es que las tasas de referencia de los bancos centrales empezarán a relajarse, con lo que la inflación se habrá contenido. El 2023 será, prosigue J.P. Morgan, un año histórico para acciones y bonos, dado el bajísimo nivel del 2022, con pérdidas acumuladas en el S&P500 de 17%, en el Dow Jones de 8% y en el Nasdaq, casi 30%. Es decir, bajaron tanto los bonos y las acciones que ahora resultan una ganga para que los inversionistas salgan de sus refugios.
5.
En materia social, sin embargo, los saldos aún estarán por cubrirse. La pandemia causó un retroceso en salud, educación, medio ambiente, empleo e ingreso el cual no es fácilmente resarcible y habrá de requerir de la acción pública para recobrarse. Como casi siempre, los más pobres y vulnerables y quienes viven de su salario han cargado con la peor parte, desde la carestía y sobrecostos alimentarios, el dislocamiento de cadenas de suministro, abasto y empleo, la incertidumbre en el mercado energético y los altos costos de combustible y electricidad, gravitan onerosamente sobre el nivel de vida de la población. Hoy más que nunca se requieren buenos gobiernos, con capacidad fiscal y normativas eficaces, para hacer frente al incremento en la desigualdad resultante de los años tan difíciles que hemos enfrentado.
Feliz Navidad y un mejor Año Nuevo. Con los Reyes, nos vemos el 6 de enero.
*Esta columna fue escrita el 13 de diciembre, antes del anuncio de la Fed.