1.
De un pronóstico complicado hace poco, parece estar escampando en el horizonte económico global. La inflación desbordada en Estados Unidos, la principal locomotora del mundo, ha empezado a ceder y se ubica en torno al 6 % anualizado, tres puntos menos de cuando se encendieron las alarmas. Ello llevó a la Reserva Federal a relajar el rally de alzas de la tasa de interés, elevando esta vez sólo un cuarto de punto para situarla en un rango de 4.5 a 4.75 %, lo que implicaría un techo máximo de 5 o 5.25 % en los próximos meses. Más optimista, la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, considera simplemente que no habrá recesión.
2.
Ciertamente, aún persisten riesgos en la geopolítica, la salud, el calentamiento global y la reubicación industrial. Sin embargo, las potencias han encontrado el modo de mostrar el músculo y hasta los dientes sin llegar a más, a la vez que mantienen contactos para dialogar y encauzar los conflictos. La invasión a Ucrania persistirá en el tiempo al haberse convertido en un principio soberano para Rusia, un poder global con notoria capacidad nuclear, como para Ucrania y Europa, por lo que las partes buscarán algún entendimiento para que el Donbás y Crimea tengan un estatuto en Rusia en tanto Ucrania se integre a la Unión Europea pero no a la OTAN. Con China, se ha visto, se trata de una potencia en expansión con capacidades militares, científicas y económicas desafiantes, como lo mostraron sus estratoglobos exploradores sobre Estados Unidos y América Latina. Pero a diferencia de Rusia, China está demasiado integrada a la economía global como para arriesgar el aislamiento. Muestra el músculo en una etapa de reapertura de fronteras y relanzamiento de relaciones con Estados Unidos, buscando un mejor lugar en el reacomodo.
3.
Iniciando su cuarto año, la pandemia de Covid-19 ha menguado no obstante lo cual prosigue su expansión, con la preocupación latente de que pudiera mutar en cualquier momento hacia otra versión radical. Claramente, el coronavirus se detuvo ante la inmunidad de rebaño alcanzada fuera por vacunación o por sobrevivencia a la infección, pero figurará por siempre entre las enfermedades comunes como la gripe o influenza, que según la OMS causan por sí solas hasta 600 mil muertes al año. En todo caso, la apertura de fronteras y actividades en China anticipa el fin de la pandemia como una preocupación global, en aras de la nueva normalidad postpandemia.
4.
No obstante, como anteriormente sucediera con el mercado petrolero, las cadenas de producción y de suministros habrán de reubicarse hacia zonas de mayor seguridad geoestratégica, alejándose de regiones de eventuales conflictos. Hace 15 años, con la revolución del petróleo y gas de piedra (shale oil y shale gas), surgieron grandes campos nuevos en Estados Unidos, Canadá y Australia, lo que llevó la seguridad energética lejos de Oriente Medio. Ahora, las empresas se están moviendo a los tigres asiáticos, América Latina y México en busca de esa seguridad que ni Rusia o China pueden garantizar. Las nuevas zonas seguras requieren estabilidad, certidumbre, infraestructura y comunicaciones suficientes y eficientes, que es donde muchos países pondrán el acento. Muy pronto podría resurgir una iniciativa TransPacífico para lidiar con China en un ambiente controlado.
5.
El cambio climático es la otra gran tarea del futuro. Hacer nada no es una opción. Es claro que no habrá grandes donativos de los países industrializados, los verdaderos deudores ambientales (fracaso de la Cop27). Pero lo que se haga de aquí en adelante requiere tener un fuerte componente de eficiencia energética y control ambiental. Más energías renovables, economías verdes, circulares y resilientes, a la par que remediación, recuperación de suelos y aguas y reforestación es lo que deberá campear. La esperanza, una vez más, puede hacer de las crisis, oportunidades para mover el mundo hacia un mejor futuro.
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