En la compleja situación en la que se encuentran las finanzas del país, una variable amenaza con desequilibrar el sistema: Pemex. La que el presidente Andrés Manuel López Obrador considera como la joya de la corona. La empresa productiva del Estado enfrenta no solo problemas internos, sino que proyecta sombras macroeconómicas que han alertado tanto a agencias calificadoras, así como al Banco de México en su Reporte de Estabilidad Financiera correspondiente a diciembre.
Las agencias crediticias, atentas al débil desempeño operativo de Pemex y sus crecientes restricciones de liquidez y financiamiento, han rebajado su calificación en este año. Este movimiento refleja no solo la crisis interna de la empresa, sino también la incertidumbre sobre su capacidad para invertir y mejorar sus finanzas, especialmente sin medidas efectivas para mitigar riesgos ambientales, sociales y de gobernanza. Según una nota de Bloomberg, Pemex acaba de recibir líneas de crédito por 8 mil 300 millones de dólares de entidades financieras internacionales.
Actualmente, Pemex es la petrolera más endeudada del mundo con pasivos de más de dos billones de pesos, que es casi el 7% del valor del Producto Interno Bruto del país.
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En términos más claros, Pemex no está simplemente en una crisis interna; podría convertirse en un problema macroeconómico de proporciones considerables para México que podría desviar la trayectoria del trasatlántico que lleva la Cuarta Transformación.
El Banco de México ha identificado a Pemex como uno de los principales riesgos macrofinancieros para la estabilidad del sistema financiero. La empresa, enfrentando una recuperación incierta, podría generar aumentos en las primas de riesgo, afectando el costo del financiamiento a nivel nacional. Esto, a su vez, podría provocar un deterioro generalizado en el perfil de riesgos macrofinancieros del país y, en última instancia, desencadenar salidas de capital, a pesar de los robustos fundamentales en las exportaciones y remesas, lo que depreciaría al peso mexicano y revertiría el logro que se ha observado en este año.
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A pesar de las alarmas que Pemex ha activado, las agencias calificadoras han optado por mantener estables las calificaciones de la deuda soberana, como fue el caso de Fitch Ratings, que mantuvo en BBB- con perspectiva estable, el último escalón en grado de inversión. Esta agencia en este sexenio a rebajado la nota al soberano dos veces. Asimismo, la deuda de Pemex ha experimentado rebajas, una clara señal de la magnitud de los desafíos que enfrenta la gigante petrolera para el futuro de las finanzas del país.
Aunque la actividad económica en México ha mostrado signos de crecimiento, especialmente en sectores como la construcción no residencial, el desempeño fluctuante de Pemex arroja sombras sobre este panorama positivo, se puede observar en el documento del Banxico.
El futuro para Pemex y México parece incierto y desafiante. Las decisiones que se tomen en los próximos meses serán cruciales para determinar si la gigante petrolera logra estabilizarse y si México puede mantener la estabilidad financiera en medio de estos desafíos, cuando la operatividad no ha llegado a los objetivos de su director, Octavio Romero Oropeza, quien ha tenido que modificar varias veces la expectativa de producción de la paraestatal.
Pemex no solo enfrenta una crisis interna; se eleva como un desafío macroeconómico potencial para México. Observar de cerca las acciones que se tomen será esencial para comprender el futuro económico del país.
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