El camino de Flor para encontrar justicia comenzó el 9 de enero, cuando el personal de una clínica particular al norte de la Ciudad de México le dijo que no podían atender sus heridas o revisar su estado de salud sin dar parte al Ministerio Público. Al principio, el miedo ante la crítica social y la reacción de su familia demoró la decisión de levantar una denuncia por la violación que acababa de sufrir en un hotel de la alcaldía Gustavo A. Madero.
Como en esa clínica no había oficina ministerial acudió a otra. Aún con miedo, la mujer de 30 años acudió al Hospital Juárez de México con la esperanza de ser atendida y levantar la denuncia. Desafortunadamente no pudo hacer ninguna de las dos cosas, porque la encargada del área de urgencias ginecológicas le dijo que los agentes del Ministerio Público tardarían entre 12 y 16 horas en llegar, por lo que no podían recibir su caso o tratarla hasta entonces.
Flor recorrió otros hospitales de la zona, hasta que terminaron por derivarla a la Agencia Especializada en Delitos Sexuales del sector. Ahí tampoco recibió atención por falta de personal. Desesperada, la mujer acudió a otra de estas oficinas, también cerrada. A punto de rendirse, un policía le indicó que podía ir al Bunker, nombre con el que se conoce al edificio central de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México. Allí la atendieron tras esperar 5 horas para levantar su denuncia.
Mientras estaba esperando, atestiguó el alto número de mujeres que no eran atendidas con discreción y prontitud. Los casos y sus detalles se gritaban a lo largo del pasillo, y las funcionarias de la fiscalía especializada utilizaban términos carentes de empatía para referirse o llamar a las víctimas. La carpeta de Flor quedó archivada a pesar de los datos que proporcionó, y la única asistencia que tuvo fue la que le entregaron en una fotocopia con instrucciones para ir a la Clínica Condesa en las siguientes horas. Ha pasado casi un año y su caso no ha tenido ningún avance.
Tan sólo en los últimos dos años se han iniciado 2 mil 449 carpetas de investigación por violación en alguna de sus modalidades. Pero según datos de diversas asociaciones y colectivas feministas, este es uno de los delitos con mayor nivel de subregistro por el miedo y las dificultades sociales que existen para su denuncia. Alejandra García, abogada y especialista en temas de equidad de género, estima que existen cerca de 20 víctimas más por cada una de las que sí presentó una denuncia.
El número oficial es suficiente para comprender la dimensión del problema y para descubrir las rutas que desgarran a las mujeres en la Ciudad de México, porque en ellas ocurren el acoso, tocamientos, abusos y violaciones sexuales. Cada número es una mujer, algunas de ellas, menores de edad.
La alcaldía con la mayor incidencia en violaciones, que incluye siete modalidades y un grado de tentativa, es Cuauhtémoc. Tiene una tasa de 60 víctimas por cada 100 mil habitantes en los últimos dos años; lo mismo sucede con el abuso sexual que eleva los promedios a 169 mujeres agredidas entre la misma proporción de residentes.
En cuanto al acoso, que incluye piropos, tocamientos y conductas lascivas, Cuauhtémoc también ocupa el primer lugar de incidencia con 110 casos por cada 100 mil habitantes. Aunque esta realidad se vuelve más preocupante cuando se cataloga a las víctimas por su edad, ya que la localidad lidera este rubro con 19 menores de edad agraviadas en los últimos dos años, lo que convierte a esta céntrica alcaldía en la más peligrosa en materia de delitos sexuales.
Una ciudad feminicida
En la Ciudad de México se han cometido 138 feminicidios entre 2019 y 2020, una cifra que coloca a la capital en el tercer lugar a nivel nacional y que revela el incremento que este delito ha tenido en los últimos dos años. Los datos duros arrojan que la mayoría de estos crímenes se cometen con arma blanca, aunque un número mayor se deja sin identificar debido a las condiciones del asesinato.
La información del Secretariado Ejecutivo de Sistema de Seguridad Pública indica que 4 alcaldías de la Ciudad de México están entre los primeros 20 lugares en feminicidios a nivel nacional, y los datos locales lo respaldan al señalar a Iztapalapa como la localidad más letal para las mujeres con un total de 30 feminicidios registrados en dos años, un promedio de 1.2 cada mes.
En cuanto a incidencia, Tlalpan registra la mayor tasa con 2.57% por cada 100 mil habitantes, un fenómeno que diversas asociaciones y organizaciones feministas han seguido por su relación directa con el delito de trata de personas, especialmente porque la mayoría de víctimas de feminicidio en dicha alcaldía son escorts extranjeras que fueron asesinadas en algún hotel de la demarcación.
Alejandra García, abogada especializada en temas de género, relata en entrevista para ejecentral que las autoridades y ministerios públicos ponen trabas al momento de la clasificación de este delito con el fin de mantener los números en control; así como para sumar a la narrativa de que la Ciudad de México es segura para las mujeres, pero en realidad el número de victimas con estas condiciones es mayor al que se reconoce oficialmente.
El peligro que llega a casa
Las agresiones de género no se limitan a los delitos en la vía pública; de hecho, según la base de datos de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México, la violencia familiar tiene el mayor número de carpetas de investigación con 41 mil 898 registros, en donde las mujeres fueron las víctimas los últimos dos años.
En proporción, de las 57 mil 026 carpetas por este delito entre 2019 y 2020, el 73.4% corresponde a víctimas identificadas como femeninas; es decir que 7 de cada 10 denuncias fueron interpuestas por mujeres. Al desglosar, por años se observa que los casos aumentaron 18.5% durante los periodos de cuarentena por Covid.
Lilian, quien ahora vive con sus padres, escapó del departamento que compartía con su pareja tras un episodio de violencia en el que su vida estuvo en riesgo. Los vecinos no intervinieron pese a los gritos, y tampoco mostraron interés cuando ella les pidió ayuda para poder sacar a su bebé.
En aquella colonia de Magdalena Contreras, estas escenas se consideran un asunto familiar en el que nadie debe intervenir, y las cifras oficiales lo reflejan así. Esta alcaldía reporta mil 575 carpetas por violencia intrafamiliar; menos que las 7 mil 295 de Iztapalapa, pero que en cuanto incidencia colocan a esta localidad en primer lugar con 636 incidentes por cada 100 mil habitantes.
Diversas organizaciones contra la violencia hacia las mujeres han señalado los recortes en los albergues que protegen a las victimas de estos delitos, pues salir de casa es fundamental para resguardar su integridad, una tarea que se complica si no se tienen los recursos necesarios.
La violencia de género en la Ciudad de México no ha cesado. Al contrario, su atención se ha visto empantanada por fiscalías que no funcionan, personal sin preparación, recortes a programas de ayuda y persecución a los grupos y activistas que luchan por estas causas. Las cifras no mienten, las mujeres en la capital no están seguras ni en las calles ni en sus casas.