En México, carecemos de una legislación o políticas que garanticen la atención de profesionales en psicología en las escuelas públicas de educación básica, para atender los trastornos que en la actualidad aquejan a los adolescentes.
Cada 10 de octubre el mundo se une para conmemorar el Día Mundial de la Salud Mental y sensibilizar a la población y a los gobiernos a impulsar estrategias para la adecuada detección y atención de los problemas mentales.
Sin embargo, nuevamente este año, la promesa de incorporar a psicólogos en las escuelas de educación básica del país, para atender los trastornos emocionales y mejorar la salud mental de los adolescentes, sigue siendo un tema pendiente.
Especialistas del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental, de la Facultad de Medicina de la UNAM, señalaron que en la mayoría de los casos, las enfermedades mentales comienzan antes de los 14 años, y por lo general no son detectadas y atendidas a tiempo.
La escuela, es uno de los espacios donde los adolescentes manifiestan sus emociones y conductas y donde los psicólogos tienen un gran campo de acción para detectar problemas de salud emocional en los adolescentes.
Un diagnóstico oportuno y un tratamiento, así como el involucramiento de la familia en la atención de la salud emocional de los adolescentes, es fundamental para detectar comportamientos como: depresión, ansiedad, ausencias o problemas escolares, bajo rendimiento, violencia, reducción de la autoestima, abuso de alcohol o drogas y trastornos de la alimentación, entre otros.
La pandemia de la Covid-19 duplicó en los adolescentes la prevalencia de la depresión y ansiedad debido al miedo, la crisis económica y las tensiones familiares derivadas de los fallecimientos, la enfermedad y el confinamiento.
Por esto, las autoridades deben garantizar junto con las instituciones académicas de nuestro país, incorporar progresivamente en las escuelas públicas de educación básica, a pasantes en psicología que se encuentren en el último semestre de la licenciatura y a través del servicio social, presten atención a este sector de la población.
Reasignar recursos humanos y financieros para garantizar que los adolescentes sean atendidos en las casi 200 mil escuelas de educación básica de nuestro país, es también otro pendiente.
México requiere retomar el diseño de políticas públicas o reformas legislativas para garantizar una educación incluyente, donde no solo la educación sea una prioridad, sino también la salud emocional de la comunidad escolar adolescente.
La salud emocional es un tema prioritario para garantiza el derecho a la salud, a la educación y el derecho al libre desarrollo de la personalidad de los adolescentes, esperemos pronto se materialice.
