Al más puro estilo de la mafia, la gobernadora de Campeche, Layda Sansores, ha dedicado una corona fúnebre a quien pareciera quiere muerto, al tiempo de cantarle las golondrinas en un espacio televisivo contratado con recursos públicos, en lo que constituye un gesto, por decir lo menos, macabro.
Se trata de la más reciente de las ilegalidades que comete alguien que se niega a gobernar y que, en su lugar, pretende seguir usufructuando del escándalo y la violación de la ley.
Con miles de habitantes en pobreza, quienes viven las consecuencias de encontrarse en la segunda entidad de la República Mexicana con mayor inflación, Campeche no tiene una gobernante abocada a atender los problemas sociales, sino intereses personales y partidistas. Total, el incremento de 11.1% en la pobreza rural (la más alta desde 1999) no merece la atención de Layda Sansores, quien está ocupada en asuntos más importantes como atacar a su predecesor.
Pero lo hecho por Layda Sansores el pasado martes por la noche no tiene precedente. Ningún otro político o política con la peor imagen o nula credibilidad que usted recuerde iguala la macabra acción realizada por Layda Sansores, quien deseó la muerte a otra persona y se dio el lujo de hacerlo en público y cantar.
La gobernadora de Campeche pretende ocultar que ella misma es hija del privilegio y del viejo sistema político, pues de qué otra forma se puede entender su fortuna y su estilo de vida.
Sin embargo, el muerto que Layda Sansores pretende enterrar goza de cabal salud, así como el dinero y el amor no se pueden ocultar. Al tiempo.
@jlcamachov