“Era la media noche, ya estábamos durmiendo, cuando de pronto un grupo de hombres vestidos de marinos entraron a la casa y a punta de golpes y amenazas se llevaron a mi esposo”, es el testimonio de la esposa de uno de los 27 hombres que fueron privados ilegalmente de su libertad y cuyos restos mortales fueron encontrados meses más tarde.
Gracias a la lucha de mujeres guerreras que no permitieron que estos ilícitos quedaran en el olvido ni pasaran a formar parte de un número de los miles que lastimosa e inexplicablemente existen en el país, hoy la sociedad mexicana ha confirmado que la institución militar, encargada de velar por la integridad territorial y acatar en todo momento la constitucionalidad y legalidad en el actuar de sus integrantes, sí fue la responsable de secuestrar y asesinar a esos mexicanos.
Por años, mexicanos como un servidor nos hemos ufanado en la defensa de los cuerpos castrenses que, como la Marina-Armada de México, sirven permanente e invariablemente a México, a pesar de ataques y consignas en su contra. Pero saber que la propia Marina reconoce que elementos suyos, en la clandestinidad de la noche, violaron el estado de derecho, se introdujeron en domicilios particulares y no solo secuestraron, sino mataron a civiles en la total impunidad, nos obliga a exigir al almirante José Ojeda Durán, secretario de Marina, que no solo ofrezca disculpas, sino que exponga a la sociedad quién dio la orden, cuál fue el procedimiento y por qué los marinos acataron ordenes a sabiendas que eran contra la ley.
Estos hechos, que con base en lo sucedido en Reynosa presumo existen varias docenas, cimbran a la sociedad al provenir de una de las instituciones que, con disciplina militar, velan por la defensa de la nación y en la que confiábamos plenamente.
Si la Marina no da mayores explicaciones a los mexicanos sobre lo sucedido en Reynosa, Tamaulipas, entre febrero y mayo de 2018, de ninguna forma puede proceder la iniciativa presidencial para dotarla de mayores atribuciones.
Nadie niega que en una institución como la Marina puedan darse malas actuaciones de sus elementos, pero lo inexplicable es que no existan los resortes institucionales suficientes para detectar, señalar, explicar y sancionar a los responsables.
Hoy, por lo menos 27 familias mexicanas lloran y sufren por la desaparición física de sus familiares en manos de los marinos, mañana ¿cuántas? ¿50, 100 o 200?
Este hecho no se solventa con la puesta a disposición de los tribunales de una treintena de marinos, pues hubo una falla negligente en la cadena de mando que debe ser resuelta inmediatamente.
No puede ser de otra forma.
@jlcamachov