La convocatoria que echa a andar el proceso para elegir al nuevo titular de la Rectoría de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) ha sido emitida. Serán 74 días en los que la comunidad universitaria manifestará su parecer y en los que la Junta de Gobierno se desdoblará en todas las sedes universitarias, a fin de escuchar el parecer de las y los integrantes universitarios.
Se trata de un momento crucial para el destino de la Universidad, ya que se trata de la persona que encabezará entre 2023 y 2027 los destino de la Máxima Casa de Estudios que está considerada entre las mejores 100 universidades del mundo y que mucho tiene qué hacer por el porvenir de la Nación.
De ahí la relevancia de analizar el perfil de la persona que la UNAM requiere para su consolidación y nueva etapa para los siguientes 4 años.
En primer lugar, debe ser una persona que se encuentre al frente de una Facultad y que esté entregando buenos resultados, es decir, que haya demostrado liderazgo, capacidad de organización, buena administración, resolución de problemas y atención permanente a la comunidad estudiantil, que es a la que se debe la UNAM. La Facultad que dirige debe distinguirse por su excelencia académica.
Es necesario que sea una persona surgida de las aulas y de las oficinas universitarias, que conozca a la UNAM, a su comunidad y los altos intereses que persigue, que sea consciente de la importancia que la educación tiene en nuestro país y la forma de ensanchar las avenidas para su acceso.
Debe tener una relación de respeto y solidaridad con las y los trabajadores, así como un liderazgo auténtico entre las y los docentes, quienes lo deben conocer y reconocer por su labor al frente de grupo, pero también como un director eficaz, cercano y solidario.
Es necesario que haga respetar en todo momento la autonomía universitaria, que no se deje llevar por el canto de las sirenas ni la coyuntura, sino que, como universitario ejemplar, haga prevalecer los intereses de la Universidad sobre los particulares y los de grupo.
La falta de actualización del marco reglamentario de la Universidad debe ser un pendiente urgente para la nueva rectoría, pues los recientes acontecimientos han demostrado que actualmente la Universidad no cuenta con reglas claras y eficientes que le permitan hacer respetar las reglas y sancionar su falta de observancia.
La atención de asuntos emergentes no puede impedir la resolución de los asuntos trascendentales, por lo que el nuevo Rector debe contar con experiencia probada, visión, talento y una honda vocación de servicio.
La calidad educativa no puede ser desatendida, en aras de ampliar la matrícula. De ahí la importancia de la experiencia docente del nuevo perfil de la Rectoría.
La labor de investigación y difusión del conocimiento deben ser ejes centrales de su proyecto, siendo impulsor de acciones novedosas que busquen atender las numerosas necesidades sociales.
Se trata de un perfil que garantiza que la Universidad de la Nación expandirá su potencial, contando con un Líder Nato que no solo permita que la comunidad trabaje y entregue resultados sino, sobre todo, que la respaldará e impulsará para desarrollar su máximo potencial.
No tengo duda que ése es el perfil que la Junta de Gobierno decidirá para encabezar a la UNAM.
@jlcamachov