Parecía que se trataba de una estrella de la televisión o cantante de un grupo de moda. Su presencia, primero en la Cámara de Diputados y después en el Senado, estuvo permanentemente acompañada de flashazos y selfies que legisladoras y legisladores que, como alucinantes fans, le pedían a cada centímetro que avanzaba.
Se trata de Luiz Inácio Lula da Silva, expresidente de la República Federal de Brasil y posible nuevo contendiente en octubre próximo, quien, siguiendo los pasos de la también expresidenta, Dilma Roussef, visitó nuestro país invitado por el partido en el gobierno para dar lecciones sobre qué hacer.
Después de acudir a los palacios Nacional y de San Lázaro, llegó el turno de Reforma 135, sede del Senado, en donde fue muy claro que el líder político conoce y aprecia el trabajo político del zacatecano Monreal.
Ello porque Lula no escatimó en elogios para Ricardo Monreal Ávila, presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado de la República, en reconocimiento a su apertura, vocación incluyente y negociadora no solo al interior de Morena, sino entre todos los grupos parlamentarios.
“Ricardo, tú has dado una demostración clara de que la habilidad de quien coordina la actividad política, cualquiera que sea, mientras más plural más perspectivas de vencer con sus buenas causas”, fueron las palabras que resonaron en la sede legislativa.
Más de uno se preguntó si estas mismas palabras se las habrá dicho al presidente de la República o si fue, más bien, un llamado de atención de lo que no están haciendo en Palacio Nacional.
Aunque llevaba un discurso preparado, el exmandatario, dirigiéndose siempre a Monreal Ávila, se echó, como decimos en México, “un palomazo” para “no perder la oportunidad de hablar un poco de la experiencia que he vivido en el Partido de los Trabajadores en Brasil” y de su experiencia para alcanzar la presidencia.
Fue así como Lula da Silva, en un extensísimo discurso, como los que daba Fidel Castro en la Cuba postrevolucionaria, contó muchos detalles de sus andares y las decepciones que sufrió en la lucha por la igualdad social. Conforme hablaba, el exmandatario sudamericano fue conmoviéndose al grado de llegar a las lágrimas.
“No puedo vivir tanto porque el hombre que tiene una causa, que asume una causa, no piensa más en sí mismo”, comentó con la esperanza de lograr que nadie viva en la calle ni padezca hambre.
Al concluir, volvió a reconocer a Monreal Ávila y agradeció “de corazón” a todos los que asistieron para verlo y escucharlo. “No voy a olvidar estos momentos que hemos compartido aquí en este lindo país llamado México”.
Veremos.
@jlcamachov
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