La cancelación por parte del Poder Ejecutivo Federal de recursos públicos destinados al pago de becas de estudiantes universitarios no ha frenado la actividad en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la cual responsable y visionariamente se ha comprometido a no dejar ni una sola ni un solo estudiante sin su beca.
¿De dónde saldrán los recursos? Evidentemente, la UNAM deberá hacer economías con la intención de asumir la responsabilidad que el gobierno federal ha omitido insensible y negligentemente.
Ante la respuesta inmediata y oportuna de la UNAM, hay quien ha azuzado a exigir cuentas sobre el manejo de los recursos en la Máxima Casa de Estudios. Evidentemente, quien hace esas exigencias desconoce que la UNAM es uno de los entes más fiscalizados en el país, pues además de las instancias de contraloría que existen en cada escuela, facultad, centro, instituto y unidad administrativa y del Patronato Universitario, el Consejo Universitario es el responsable de analizar, pedir cuentas y aprobar el ejercicio anual de los recursos.
Ello, sin perder de vista que la Auditoría Superior de la Federación realiza lo propio en todos los programas e instancias de la Máxima Casa de Estudios al analizar su cuenta pública anual.
Entonces,
¿a qué obedecen estas inusitadas exigencias?
Es claro que hay quienes, al igual que la huelga de 1999, pretenden prender fuego donde no hay pasto seco, echándole gasolina, aunque después no sepan cómo apagarlo, tal y como ocurrió en 1999-2000 cuando la huelga se salió del control de los hostigadores y al último, debieron pedir la ayuda del gobierno federal para concluirla.
¿Quiénes son? Es claro que gran parte de ellos se ubican en el gobierno de la Ciudad de México, quienes a pesar de desempeñar responsabilidades de gobierno pretenden seguir realizando acciones porriles, así como en el propio Poder Legislativo Federal, en donde con la chequera abierta financian y animan a las manifestaciones contra de la UNAM.
¿Qué pretenden? Llevar agua a su molino, aunque históricamente se ha demostrado que los instigadores no son los beneficiarios, sino otros grupos. Sin embargo, la que siempre pierde es la comunidad estudiantil, cuyos integrantes, en caso de una huelga, ven postergados sus sueños y en muchas ocasiones cancelados, pues se ven obligadas y obligados a abandonar sus estudios.
Como resultado de un trabajo colectivo, la UNAM es la institución mejor evaluada no solo por el escrupuloso manejo de los recursos públicos que le son asignados y los que autogenera, sino también en la educación que imparte en sus aulas, situándose en la cúspide de calidad, cobertura y oportunidades.
La comunidad universitaria está atenta a no permitir que las fuerzas políticas interfieran en su marcha y ocasionen problemas, en lugar de ayudar a resolverlos.
¡No se metan con la UNAM!
@jlcamachov