Redacción ejecentral
Dejarse interpelar por el Niño que nace, ir a lo esencial, pensar en los niños que en vez de juguetes tienen armas en sus manos,en los refugiados que huyen de sus tierras, no ser insensibles ante el marginado, fueron los pedimentos que hizo el Papa Francisco en la Misa de Gallo desde la Basílica de San Pedro, en la que lamentó que “la mundanidad tomó de rehén la Navidad”.
“Dejémonos interpelar por el Niño en el pesebre, pero dejémonos interpelar también por los niños que, hoy, no están recostados en una cuna ni acariciados por el afecto de una madre ni de un padre, sino que yacen en los escuálidos ‘pesebres donde se devora su dignidad': en el refugio subterráneo para escapar de los bombardeos, sobre las aceras de una gran ciudad, en el fondo de una barcaza repleta de emigrantes”, dijo el Papa en su homilía junto a cardenales, obispos y sacerdotes.
“Dejémonos interpelar por los niños a los que no se les deja nacer, por los que lloran porque nadie les sacia su hambre, por los que no tienen en sus manos juguetes, sino armas”, siguió.
Subrayó también que el misterio de la Navidad, que es luz y alegría, “interpela y golpea porque es al mismo tiempo un misterio de esperanza y de tristeza”.
“Lleva consigo un sabor de tristeza, porque el amor no ha sido acogido, la vida es descartada. Así sucedió a José y a María, que encontraron las puertas cerradas y pusieron a Jesús en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada: Jesús nace rechazado por algunos y en la indiferencia de la mayoría”, explicó.
El jerarca católico advirtió que “también hoy puede darse la misma indiferencia, cuando Navidad es una fiesta donde los protagonistas somos nosotros en vez de él; cuando las luces del comercio arrinconan en la sombra la luz de Dios; cuando nos preocupamos por los regalos y permanecemos insensibles ante quien está marginado”.
“La mundanidad tomó de rehén la Navidad”, denunció, agregando unas palabras al texto que había preparado.
El Papa introdujo con la señal de la cruz la misa de Nochebuena, que celebra ante más de cuatro mil fieles en la Basílica de San Pedro del Vaticano y en la cual cumplirá el tradicional rito de la adoración del niño Jesús.
Poco antes de las 21:30 horas locales (20:30 GMT), la ceremonia comenzó con la entonación del canto del “Kalenda”, un antiguo himno en latín que cuenta el momento histórico en el cual se dio el nacimiento de Jesucristo.
Antes de la llegada del Papa al altar mayor de la Basílica, un grupo de 12 niños ingresó en el templo, entre ellos las pequeñas mexicanas Alexia Ochoa Pedroza y María Paula Contreras Gutiérrez, ambas de nueve años.
Ellas fueron seleccionadas para que, al término de la misa, acompañen al Pontífice en la adoración del niño y encabecen la procesión con la estatua de Jesús desde el altar mayor hasta el nacimiento ubicado a un costado de la Basílica. Con ellas estarán también dos niños de Polonia (ocho años), de Italia (10 y seis años), de Africa (siete años), de la India (seis y ocho años) y de Armenia (ocho y 11 años). Todos los infantes estuvieron muy cerca del altar durante toda la misa.
Al final del “Kalenda” se develó la imagen del niño Jesús y se la purificó con el incienso, antes de la bendición del Papa que introdujo la celebración.