CIUDAD DEL VATICANO, Santa Sede.- El papa Francisco denunció este domingo el drama de los migrantes en el mundo, a menudo “expulsados de su tierra” por dirigentes dispuestos a hacer derramar “sangre inocente”, durante su homilía de Nochebuena, en un llamado a la “caridad” y la “hospitalidad”. El argentino Jorge Bergoglio, hijo de migrantes italianos, hizo de la suerte de los refugiados uno de los temas fundamentales de su pontificado, que comenzó hace casi cinco años. En su tradicional Misa del Gallo, en la que los cristianos celebran el nacimiento de Jesús de Nazaret, el papa recordó que, según el Evangelio, María y José huían debido a un decreto romano.
En los pasos de José y María se esconden tantos pasos. Vemos las huellas de familias enteras que hoy se ven obligadas a marchar”, subrayó el papa ante decenas de miles de fieles reunidos en la basílica de San Pedro de Roma.
“Vemos las huellas de millones de personas que no eligen irse sino que son obligados a separarse de los suyos, que son expulsados de su tierra”, añadió desde el baldaquino diseñado por Bernini, donde solo está autorizado a oficiar misa el pontífice.
En muchos de los casos esa marcha está cargada de esperanza, cargada de futuro; en muchos otros, esa marcha tiene solo un nombre: sobrevivencia. Sobrevivir a los Herodes de turno que para imponer su poder y acrecentar sus riquezas no tienen ningún problema en cobrar sangre inocente”, apuntó el papa Francisco.
El rey Herodes mandó buscar a Jesús para matarlo, según la tradición cristiana.
Navidad es tiempo para transformar la fuerza del miedo en fuerza de la caridad”, afirmó el papa latinoamericano, defendiendo una “nueva imaginación social” y que “nadie tenga que sentir que en esta tierra no tiene lugar”.
El niño Jesús nació en un establo en Belén, “una tierra en la que [...] no había lugar” para sus padres, que huían, dijo el papa, quien añadió que Dios da una “carta de ciudadanía a todos”.
En este niño, Dios nos invita a hacernos cargo de la esperanza. Nos invita a hacernos centinelas de tantos que han sucumbido bajo el peso de esa desolación que nace al encontrar tantas puertas cerradas”, insistió Francisco, llamando a los creyentes a desterrar la “indiferencia” y a conceder “hospitalidad” y “ternura”.
El jefe de los 1,300 millones de católicos que hay en el mundo, quien acaba de cumplir 81 años, dirigirá su quinto mensaje de Navidad “Urbi et Orbi” (“a la ciudad y al mundo”) el lunes en la plaza de San Pedro. (Foto: Andreas SOLARO / AFP) TB