Como pocas veces se ha visto en la historia, este año, la Semana Santa tiene lugar en un mundo convulsionado por diversos conflictos que interrumpen el ambiente de reflexión y legado de amor al prójimo que se pretende emular, siguiendo el ejemplo de la figura de Jesucristo.
Uno de los principales disruptores de las intenciones católicas es la guerra en Ucrania, la cual lejos de mitigarse, ha seguido cosechando nuevas víctimas tanto en ese país como en Rusia, cuyas autoridades han rechazado una y otra vez los llamados a la paz sin importar que el emisor haya sido el mismo papa Francisco en más de una ocasión. Tan sólo este jueves, el presidente Vladímir Putin aseguró que se encuentra trabajando con Bielorrudia, una nación aliada, para “construir una cooperación en el campo de la defensa y la seguridad”.
En el día en el que la fe católica conmemora la institución de la Eucaristía, la Última Cena, y el lavatorio de pies que simboliza la entrega y compromiso de amor al prójimo, las repercusiones del avance de Rusia fueron precisamente uno de los temas que se discutieron esta tarde en un encuentro entre los líderes de Francia, Emanuel Macron —quien aún enfrenta protestas multitudinarias en todo el país por su controvertida reforma a las pensiones—; y de China, Xi Jinping. En este sentido, el galo instó a su homólogo asiático a a que “haga que Rusia vuelva a la razón” sobre la guerra, aunque quien elevó el tono fue Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, quien advirtió a China que cualquier envío de armas a Rusia “dañaría significativamente” las relaciones que actualmente mantienen con la potencia.
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Sin embargo esto no bastó para acallar las inquietudes que representa China debido a su ambivalencia en el conflicto internacional. En este sentido, las tensiones entre el país asiático y Estados Unidos volvieron a elevarse después de que la nación asiática movilizó sus buques de guerra en las aguas aledañas a Taiwán después de la reunión entre la presidenta de la isla, Tsai Ing-wen, y el presidente de la Cámara de Representantes estadounidense. La reacción fue casi inmediata, y el gobierno de Xi Jinping prometió “medidas firmes y eficaces para salvaguardar la soberanía nacional y la integridad territorial”.
Las tensiones no se han limitado a estos territorios. En Israel, sus ciudadanos no sólo se prepararon para las últimas horas de la pascua judía con el recuerdo de la liberación del pueblo hebreo de la esclavitud de Egipto, sino que tuvieron que ponerse a salvo de los proyectiles lanzados por Líbano despues de que las tropas israelíes irrumpieran al menos dos veces en la mezquita Al Aqsa de Jerusalén. El ataque fue rápidamente replicado con el envío de proyectiles a la franja de Gaza, en perjuicio de los palestinos que también habitan el territorio.
Y mientras los conflictos internacionales azotan Europa y Medio Oriente, en América Latina, la violencia y el temor marcan las horas previas a la víspera de la conmemoración de la crucifixión y la muerte de Jesús de Nazaret, cuyos ritos no se podrán celebrar en Nicaragua debido a la persecución que mantiene el gobierno de Daniel Ortega contra los representantes la Iglesia católica. El temor, por su parte, impera en México, donde desde hace varios días, las autoridades buscan a un grupo de turistas desaparecidos mientras viajaban por el estado de San Luis Potosí; un panorama que se replica en todo el país y ha merecido una alerta de viaje por parte de Estados Unidos a sus ciudadanos.
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