Desde el principio de las mañaneras, Isabel Arvide, una periodista venida en desgracia junto con el PRI, se apersonó para pedir empleo al presidente Andrés Manuel López Obrador, por lo que se dedicó a jugar como sus marionetas de la primera fila, difamando periodistas.
Doña Isabel encontró rápidamente empleo: fue su asesora en el tema de “columnistas políticos”, aunque pagada por Morena. Ahora ya no la necesita don Andrés y la nombró cónsul en Estambul.
Hubo muchas críticas al nombramiento por su ignorancia en asuntos diplomáticos y su pasado de corrupción, pero qué más da. La política exterior no es algo que se le da a don Andrés. Ahí está la muestra.