Las universidades de
Oxford
y Cambridge, cuya creación se remonta a la Edad Media y están entre las mejores del mundo, tienen su lado oscuro, historias “escondidas debajo de la alfombra” a lo largo de los siglos, que visitas turísticas organizadas revelan con detalles.
“No es una visita como las otras”, previene la guía, una estudiante de la universidad, Claire McCann, antes de lanzarse con su grupo por las callejuelas de Oxford, que atrae cada año a unos siete millones de turistas.
Detrás de los altos muros de los diferentes colegios de
Oxford
ha estudiado la mayoría de los primeros ministros británicos, como el actual, Rishi Sunak, además de Boris Johnson, Tony Blair, Margaret Thatcher, y también el líder laborista Keir Starmer.
Pero ese no es el centro de esta visita, que se interesa más por las “herencias difíciles”. La primera parada es el Oriel College. En su fachada destaca la estatua de Cecil Rhodes (1853-1902), un colonizador que soñaba con una África británica, quien también pasó por Oriel.
Esclavitud en Oxford
Claire McCann, nacida en Sudáfrica, lee una cita, donde Rhodes describe a los africanos como los “seres humanos más despreciables”. La guía recuerda que fundó la compañía De Beers, que sigue siendo la número uno del mundo en el comercio de diamantes, recordando además “la explotación” que tuvo lugar en las minas.
La fortuna que amasó, permitió crear una de las más prestigiosas becas del mundo, la Rhodes Scholarship, de la que se benefició, por ejemplo, el expresidente estadounidense Bill Clinton.
"¿Se debe mantener esta estatua?”, se pregunta Claire McCann.
Oxford
decidió en 2021 que seguiría en su lugar, tras la campaña “Rhodes must fall” (“Rhodes debe caer”), lanzada por estudiantes.
El grupo pasa después delante del All Souls College, “el más exclusivo de los colegios” de
Oxford, que solo acepta dos o tres nuevos estudiantes por año. Es también uno de los más ricos. “Su nacimiento estuvo basado en la esclavitud”, denuncia Claire McCann.
All Souls rebautizó su biblioteca, conocida por ser una de las más bonitas del país, y que llevaba el nombre de un antiguo estudiante, Christopher Codrington. A su muerte, en 1710, este último dejó a la universidad una parte de su fortuna, que procedía, escribe All Souls en su sitio internet, “en gran parte” de las plantaciones de su familia en las Antillas, “donde trabajaban esclavos de origen africano”.
Bandera a media asta
La visita turística existe también en Cambridge. "¿Saben que juntas, las universidades de
Oxford
y Cambridge poseen más tierras que la Iglesia de Inglaterra?”, explica la guía Ashley Lance, caminando al lado del río Cam, frente a la capilla del King’s College.
“Según un estudio de 2018, Cambridge es la ciudad con mayores desigualdades en el Reino Unido”, añade. Y es que hay dos mundos. Por un lado el de la universidad, con sus estudiantes, sus profesores, sus laboratorios, y el resto de la población.
Pese a su rivalidad, como muestra el hecho de que no se puede pronunciar la palabra
Oxford
en Cambridge, sino que hay que decir “el otro lugar”, las dos universidades tienen muchos puntos en común.
Las mujeres pudieron estudiar en
Oxford
desde 1870, pero hasta 1920 no tuvieron derecho a recibir un diploma. Y no se les permitió acceder a las bibliotecas durante mucho tiempo, por temor a que fueran “una distracción para los hombres”, explica Claire McCann.
Oriel es el último colegio en haber abierto sus puertas a las mujeres, en 1985.
En Cambridge, Saint John’s College, fundado en 1511, aceptó a las mujeres a partir de 1980. Pero el día de la llegada de las primeras estudiantes, un responsable del centro puso una bandera a media asta y llevó un brazalete negro, en señal de duelo.
“Es tan impactante”, dicen, desesperadas, al escuchar el relato, una mujer londinense y su hija, durante la visita.
Estas visitas, bautizadas “Uncomfortable tours” (Visitas incómodas), comenzaron en 2018. Desde entonces, más de 20.000 personas han participado. DJ
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