La pandemia de Covid-19 generó más huérfanos por cada muerte en los países pobres que en los ricos; sin embargo, este patrón, que se observa claramente en las diferencias entre países africanos y europeos, no se cumple en dos países de ingresos medios de América Latina: Perú y México.
Un estudio que se publica hoy en la revista PLOS Global Public Health analizó las defunciones causadas por la infección del coronavirus SARS-CoV-2 desde una perspectiva ecológica, y relacionó el número de huérfanos de uno o ambos padres que dejó cada muerte debida a la Covid-19 con el Producto Interno Bruto per cápita (PIBpc) de los países.
En términos generales, los investigadores del Departamento de Salud Global de la Universidad Nacional de Australia encontraron que en los países pobres las muertes por Covid generaron más huérfanos que en los ricos, lo que podría explicarse porque “en los países más pobres, el acceso a la atención médica y al tratamiento es más limitado que en sus contrapartes más ricas”, lo que aumentaría la proporción de muertes en personas en edad reproductiva y, por tanto, el riesgo de que haya niños que queden huérfanos.
Dos excepciones claras a esta regla se observaron en América Latina: Perú, que con alrededor de 1.1 huérfanos por cada muerte por Covid-19 encabeza la lista a pesar de ser el sexto país del continente en términos del PIB per cápita, y México, que siendo el segundo país de mayor renta de la región después de Brasil, es el cuarto generador de huérfanos con 0.7 por cada muerte.
Así, en México, cuyo PIBpc anual es de 2.94 millones de dólares hubo más huérfanos por la pandemia que en Ecuador, con un PIBpc de 232 mil dólares y séptimo lugar en la lista americana del estudio; Honduras, octavo lugar con un PIBpc de 71 mil dólares y Nicaragua, con poco más de 47 mil dólares.
Los investigadores señalan que “la orfandad puede tener impactos extremos a largo plazo en la vida de los niños, tanto en términos de salud física como mental”, pues además de recibir menos amor y atención y experimentar problemas con la vida en el hogar, la escuela y las actividades recreativas, “experimentan un mayor riesgo de enfermedad, desnutrición y abuso sexual, y tienen tasas más altas de depresión, trastorno de estrés postraumático, pensamientos suicidas y ansiedad”.
Los autores expresan su preocupación porque la capacidad de los gobiernos para manejar a los niños huérfanos y facilitar el apoyo social puede ser menor en los países de ingresos bajos y medianos, lo que hace que sus riesgos sean mayores.
