No dan una.
Uno trata de evitar la concentración de Morena en el Zócalo y lo envía directamente a la oportunidad de reunir política y mundial futbolero en el Estadio Azteca; otro intenta cercarlo con violencia contra la proxémica y de un carpetazo el político tabasqueño le muestra la cartera en una escena inolvidable de un debate electoral y ahora se le ocurre, a otro más, llamar “orate” al líder de la mayoría del electorado. Y la ocurrencia se le regresa, gracias a la oportuna respuesta de Marcelo Ebrard, como una tendencia de miles que prefieren ser orates ante la enfurecida racionalidad retórica de quien profiere el adjetivo-sustantivo.
¿Qué les impide conectar con la audiencia mayoritaria?
Sostengo que simplemente no lo han hecho nunca. Hubo décadas en que los candidatos presidenciales, distanciados de la mayoría de la población, podían hacerse del poder en ausencia de contendientes populares.
Caídos en desgracia, el PRI y el Frente encabezado por el PAN carecen de la capacidad de comprender la esencia de la identificación vicaria: algo sustantivo en el otro es lo que me comunica trascendente o superficialmente con él.
Hay vicarios de todo. Deportivos, musicales, artísticos y por supuesto políticos.
Ahora, Andrés Manuel López Obrador y Morena son el espacio de representación vicaria en que se ve reflejada la mayoría de la población por al menos dos razones simples: el enojo contra la corrupción del sistema -y la inseguridad asociada a él- además de ser la única probabilidad creíble de algún tipo de cambio que interpele a amplios segmentos de clases medias y populares; jóvenes y adultos; mujeres y hombres; electores del campo y la ciudad, del centro-sur y del norte del país.
La entrevista a Diego Fernández de Cevallos sucedió antes de las 9 de la mañana, todavía hasta bien bien entrada la noche de este lunes #YoTambienSoyOrate seguía como tendencia principal en twitter, reuniendo identitariamente a quienes rechazan la cordura robótica, aburrida, enojada y tecnocrática de los candidatos que están dispuestos a lo que sea por ganar… el segundo lugar.
Después de todo como decía un orate argentino, Julio Cortázar, no cualquiera se vuelve loco, esas cosas hay que merecerlas.
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