Con frecuencia, los gobiernos en turno utilizan la historia reciente para ejemplificar sus propias narrativas. Por lo general, el ejercicio conlleva la denostación de alguno de los gobiernos anteriores. Esto ha sido casi una constante en la historia política de México. Difícilmente verá usted un “mea culpa”. La tradición obliga —como decía aquel viejo anuncio— a que el culpable de las cosas sea el anterior gobierno.
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Siendo muy honestos, tendríamos que decir que la actual administración no sólo no ha responsabilizado de nada a la administración anterior; por el contrario, a la menor provocación, “echan mano a los fierros, como queriendo pelear”, y está bien. Defienden al líder de su movimiento. Pero eso es su partido, su gente, su movimiento. La prensa, el periodismo, no tiene que ser amiga del poder. No es su responsabilidad.
En esta lógica, valdría la pena recuperar algunos yerros, fallas o, de plano, mentiras. Viendo de forma objetiva el panorama de salud pública en México, más allá de los 800 mil muertos por Covid, estamos lejos de tener el mejor sistema de salud del mundo. De forma clara, no vivimos en paz. Basta recordar cómo terminó la anterior administración: con 200 mil muertos y 50 mil desaparecidos. Hasta donde recuerdo, la gasolina no cuesta 10 pesos. El anterior compromiso se encuentra en video, para quien tenga la curiosidad de buscarlo.
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Aquella promesa de nunca presionar al Poder Judicial simplemente no se cumplió. El avión presidencial, que ni Obama tenía, se rifó, se vendió, se volvió a vender... En fin, se lo quedó un gobierno de una democracia. Muy cuestionable. La promesa de no cortar “un solo árbol” quedó en eso, en promesa. Son temas que esperan una explicación; ojalá en algún momento se puedan dar.
Deuda. El precio de la gasolina sigue siendo un pendiente en el gobierno.