Las elecciones presidenciales en Estados Unidos están a la vuelta de la esquina. El próximo 5 de noviembre —dentro de poco menos de 20 días— la demócrata Kamala Harris podría convertirse en la primera mujer en la Casa Blanca. Y no como Primera Dama, sino como presidenta de la gran potencia mundial.
Pero también cabe la posibilidad de que Donald Trump, el candidato republicano, con todo y el peso de sus turbulencias y culpabilidades judiciales, llegue de nueva cuenta a la presidencia de su país, con las consecuencias que algunos suponen para los migrantes, el comercio internacional, el proteccionismo desmedido y la demagogia populista, como ya hay evidencias.
Definitivamente la migración no es el único tema que preocupa si es que el voto favorece al empresario, pero si es uno de los más visibles en su campaña en la cual lo ha usado como letra de cambio para sus electores y simpatizantes con el refuerzo de su exitosa frase de la primera campaña ahora repetida: “Make America great again” (Hagamos a EU grande otra vez), con su infinidad de variantes.
Pero en el entorno de esa campaña, recientemente surgió el movimiento “#YaEstuvo” de actores y cantantes latinos que busca inducir a los migrantes y emigrados, para que voten contra quien los margina y discrimina: Donald Trump.
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La expresión “#yaestuvo”, es de difícil comprensión para muchos latinos del otro lado de la frontera. Proviene del mexicanismo, “ya estuvo suave”, que es una forma simple de decir, ya basta. O “ya chole”. En torno de esa expresión se juntaron veinte artistas entre los cuales destacan Los Tigres del Norte, Alejandro Fernández, Paquita la del Barrio, los Ángeles Azules, Álex Lora, Kate del Castillo, Chiquis Rivera y Maná, entre otros, para que la voz latinoamericana apacigüe el fuego nacionalista fomentado por la narrativa hostil y grosera contra los connacionales que cruzan ilegalmente la frontera de México a Estados Unidos
Y es que no se puede subestimar a un candidato como Donald Trump La feroz propaganda contra la migración del expresidente estadunidense data de 2015 cuando lanzó su primera campaña. Desde entonces sostenía que México estaba enviando personas a Estados Unidos que traían “drogas”, “crimen” y eran “violadores”, aunque matizaba con que “algunos eran “buenas personas”. Estas declaraciones generalizadoras fomentaron una percepción adversa hacia los mexicanos quienes resintieron y resistieron esos comentarios y políticas. Estos son algunos ejemplos.
Durante su Presidencia, impulsó la construcción de un muro fronterizo y promovió políticas de control migratorio más estrictas, argumentando que esto era necesario para la seguridad nacional.
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Su estilo de comunicación se basó en provocación y la controversia para atraer a ciertos sectores de votantes. Al demonizar a los inmigrantes, en particular a los mexicanos, movilizó a una base electoral que compartía sus preocupaciones sobre la inmigración y los cambios demográficos. Trump también adoptó una postura económica proteccionista, culpando a México y a otros países por la pérdida de empleos en Estados Unidos. Criticó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), argumentando que beneficiaba a México a costa de los trabajadores estadounidenses, aunque después lo renegoció como el T-MEC (USMCA). Trump se justifica siendo Trump y aunque sus comentarios han sido percibidos como racistas o xenófobos por muchos, él y sus simpatizantes han negado cualquier odio o discriminación, argumentando que su conducta consiste en proteger a Estados Unidos y su soberanía.
Y no se subestima al candidato porque sus declaraciones impactan distintos rubros, como lo vimos ayer, cuando Trump afirmó ante el Club Económico de Chicago que “de perder las elecciones las fábricas chinas que se construyan en territorio mexicano acabaran con EU” (Reforma)
Esa declaración produjo que el dólar subiera 63 centavos frente al peso mexicano, quedando alrededor de 19.90 (17 de octubre) frente a la moneda norteamericana.
Ante esto, si bien algunos sondeos indican que Harris superaría al republicano por una diferencia mínima, la experiencia nos confirma, nadie gana hasta que gana. Todo puede pasar.
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Lo cierto es que el voto latino sí cuenta mucho en las elecciones estadunidenses. Ya hay casi 65 millones de latinos en el país, lo que representa casi la quinta parte de una población total de 331 millones de personas, de acuerdo con el último censo de 2020.
De esta cifra, un poco más de 36 millones tiene derecho al voto, según el Pew Research Center.
Si tomamos en cuenta que las palabras son poderosas, muy posiblemente el “#YaEstuvo” oriente a los indecisos y confirme a los decididos.