La creciente inseguridad que afecta a México ha alcanzado niveles alarmantes, y ante la falta de respuestas contundentes por parte del gobierno mexicano, Estados Unidos ha decidido intervenir de manera más directa, especialmente a través de la inteligencia y el uso de drones para monitorear a los cárteles del narcotráfico. Esta situación plantea una serie de preguntas sobre la soberanía nacional y la cooperación internacional, pero también pone en evidencia una incapacidad del Estado mexicano para frenar la violencia organizada.
Recientemente, se ha informado que la CIA ha incrementado los vuelos de drones espía sobre territorio mexicano con el objetivo de vigilar las actividades de los cárteles. Este tipo de acciones no son nuevas, pero lo que ha llamado la atención es la magnitud y la frecuencia de los vuelos. En principio, la utilización de drones para la vigilancia de grupos criminales puede parecer una medida de seguridad válida, pero la pregunta que surge es: ¿por qué el gobierno mexicano no está tomando las riendas con la misma firmeza?
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En un contexto en el que las organizaciones criminales actúan con total impunidad mientras que miles de ciudadanos inocentes siguen siendo víctimas de la violencia, la intervención estadounidense parece no sólo lógica, sino también inevitable. Ante la pasividad de las autoridades mexicanas, Washington ha decidido catalogar a los cárteles mexicanos como lo que son: organizaciones terroristas. Este paso, aunque cuestionado por algunos sectores, refleja la gravedad del problema y la falta de un verdadero plan de acción desde México.
El Senado mexicano, a través de un reciente pronunciamiento, ha pedido información sobre los vuelos de drones de Estados Unidos sobre el espacio aéreo nacional. Mientras esto ocurre, muchos se cuestionan si es más importante la soberanía sobre el cielo mexicano que la protección de vidas humanas. La colaboración entre ambos países, al menos en términos de inteligencia y monitoreo, se hace cada vez más urgente. Es difícil ignorar que, mientras las fuerzas armadas de México continúan en lucha contra cárteles, el país parece no tener la capacidad o los recursos suficientes para frenar una guerra que no tiene fronteras claras.
Los drones que vigilan y rastrean a los cárteles no sólo están proporcionando información valiosa a Estados Unidos, sino que también están evidenciando el vacío en el que se encuentra el gobierno mexicano. En lugar de ver estos vuelos como una violación a la soberanía, podría ser más adecuado considerarlos como una señal de apoyo internacional frente a la creciente amenaza que representan las organizaciones criminales. No se trata únicamente de cooperación, sino de un auxilio urgente ante un problema que ya ha sobrepasado las capacidades del Estado mexicano.
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En este contexto, las decisiones que tomen tanto las autoridades de México como las de Estados Unidos en los próximos meses serán fundamentales. El gobierno mexicano tiene la oportunidad de demostrar que tiene el control sobre su territorio y la seguridad de sus ciudadanos. Sin embargo, mientras siga siendo insuficiente en sus respuestas y no logre frenar el avance de los cárteles, será difícil cuestionar que otras naciones como Estados Unidos tomen medidas más drásticas para garantizar que las organizaciones criminales que azotan a México no continúen expandiéndose a nivel internacional.
El futuro de la seguridad en México dependerá, en gran medida, de la capacidad de sus líderes para enfrentar la violencia de manera eficaz. La intervención de Estados Unidos puede ser una solución temporal y necesaria, pero lo que está en juego es si México logrará recuperar el control y demostrar que está dispuesto a luchar por la paz y la estabilidad de su gente.
Mientras tanto, Estados Unidos sigue tomando decisiones que reflejan una urgencia que las autoridades mexicanas aún no parecen haber comprendido.