Este mes de junio se cumplió un año del triunfo por la presidencia de la república de nuestro movimiento de regeneración nacional y aliados; liderado por la primera mujer mandataria, Claudia Sheinbaum Pardo, no solo en México sino en toda la región de Norteamérica. La consagración de esta victoria es el fruto de la lucha de cientos de mujeres y hombres, públicos y anónimos que entregaron hasta la vida para que nuestra nación pudiera transitar hacia un sistema donde el sufragio se respetara y contabilizara y la vida política en general comenzara su democratización; donde haya más derechos para las clases desprotegidas, donde la justicia social no sea letra muerta de la constitución y donde el ascenso de las mujeres sea el signo característico de esta transformación.
No podemos dejar que este suceso se pierda, ni deje de resaltarse, entre toda la trascendente información nacional e internacional que se ha ido generando, dado que la construcción de una mayoría popular y como legado de la presidencia de Andrés Manuel López Obrador, (2018-2024) en un régimen autoritario y de otrora partido hegemónico, donde las derechas pactistas habían consolidado una alternancia mafiosa para compartirse el poder transexenalmente: significa el rompimiento de una inercia político-cultural y la posibilidad del desarrollo de una nueva visión de país por vías pacíficas de transformación.
En este sentido hablar de resultados gubernamentales concretos es complejo en estos escasos seis meses de administración, sin embargo, lo que nos gustaría destacar es que ya se nota un estilo personal de gobernar de la presidenta Sheinbaum. Posturas conciliadoras en su forma de hacer política y posturas eminentemente técnicas en el manejo de los proyectos y programas gubernamentales, las constantes muestras de la proyección de figuras femeninas en la historia, así como la prevalencia de la reivindicación indígena como imagen de la narrativa institucional. De la misma forma podemos hablar de signos de continuidad presentes como la dotación y el fortalecimiento de los programas del bienestar, la política de comunicación caracterizada por la conferencia mañanera, la constante manifestación y el reconocimiento de un pueblo trabajador, informado y consciente y la consistencia de un gobierno en campaña, supervisando avances de obra y recurrentes giras territoriales por todo el territorio nacional.
Finalmente son de destacar los altos márgenes de aprobación de que goza la figura presidencial en persona de Claudia Sheinbaum, por encima de los sesenta puntos porcentuales y el reconocimiento internacional que invitaciones como la Cumbre del Grupo de los 7, lo constatan.