Genio y figura, hasta la sepultura. Y no nos referimos al Papa Francisco, el máximo jerarca de la Iglesia Católica, que dejó huella por intentar ser la copia más fiel de Jesús con su forma de vida y por su cercanía con los más desprotegidos.
Lo acontecido con su irreparable pérdida para católicos y no católicos, así lo debiera marcar, pero no, nos referimos al presidente Donald Trump, que una vez que apareció en el firmamento de El Vaticano hizo de un evento cargado de emoción y dolor, su evento.
El señor naranja, fue en el momento preciso, no antes, no después, fue justo cuando todos los invitados estaban ya congregados y los ojos del mundo centrados en la despedida del Papa Francisco.
Y de la misma forma, se retiró en el momento en que debía, claro, habiendo conseguido sus propósitos.
Uno de ellos no era despedir a Francisco, por lo menos no era su propósito prioritario.
Su propósito era mostrarse ante los líderes mundiales presentes y ante los que siguieron el evento más importante de ese momento, por las redes sociales y medios de comunicación, y dejar el mensaje de que estaba presente el presidente del país más importante del mundo.
Porque obviamente él no acepta que es China.
Pero no solo con su sola presencia quería demostrar su poderío, sino que llevaba su agenda para despachar nada menos que desde el Estado Vaticano, justo a escasos metros de donde las multitudes despedían a su máximo líder religioso y los cardenales llegados de todo el mundo llevaban el Réquiem por Francisco.
Conocedor bien de la importancia de la comunicación, Donald Trump aprovechó la presencia de la inmensa cantidad de representantes de medios de comunicación ahí reunidos, en torno a un evento religioso, para sacar provecho de ello y exhibirse ante el mundo.
Mostrarse para decir, sin decirlo, aquí está el que con sus decisiones ha trastocado el orden mundial económico, inamovible hasta antes de su segundo arribo a la presidencia de Estados Unidos.
La foto que dio la vuelta al mundo, a la par de la del Papa Francisco dentro de su féretro de madera, fue la de Trump y Volodimir Zelenski, sentados en las mismísimas sillas del Vaticano, en la que el presidente Trump parece estarle dando indicaciones al presidente ucraniano.
Imaginar sobre qué, sobraba decirlo, el imaginario colectivo mundial sabía que era sobre la necesidad de pactar la paz con Rusia.
Una foto más, a la que los personeros estadounidenses se encargaron de darle la vuelta al mundo, fue la de Trump con Zelenski; Emmanuel Macron, presidente de Francia, y el primer ministro británico Keir Starmer.
Luego de este encuentro, Zelenski se reunió con estos dos últimos y a decir de medios británicos y franceses, dialogaron sobre la necesidad de lograr la paz con Rusia.
En la narrativa del imaginario colectivo, construida, a partir de imágenes, Trump les dejó tarea y estos, como niños aplicados, de inmediato se dedicaron a desahogarla.
En fin Trump, genio y figura...
En Cortito: En Morelos nos dicen que por fin existe una buena noticia relacionada con algo que, aunque todos usamos a diario y rara vez ocupa titulares: el agua potable.
El Ayuntamiento de Cuernavaca, bajo la dirección del presidente municipal José Luis Urióstegui Salgado, ha iniciado 12 obras estratégicas para sustituir más de cinco kilómetros de tubería en colonias y poblados de la ciudad. La cifra suena técnica, casi impersonal, pero es profundamente relevante: significa una inversión de casi 30 millones de pesos para beneficiar directamente a más de 36 mil personas.
Podría parecer solo otra obra pública más, de esas que llenan boletines y luego se olvidan. Pero no, porque cuando hablamos de agua potable no hablamos solo de infraestructura, sino de dignidad, de salud, de futuro.
Durante años —décadas, en realidad— Cuernavaca arrastró un rezago serio en su red hidráulica. Tuberías con más de 30 años de antigüedad, desgastadas, oxidadas, rotas. Calles que se inundan con fugas silenciosas, casas con baja presión, colonias enteras que viven con la incertidumbre de si mañana tendrán agua. Y lo peor: el desperdicio de miles de litros diarios en una ciudad que, como muchas en el país, enfrenta riesgos crecientes de estrés hídrico.
Por eso, estas obras no son cosméticas, ni de relumbrón y por esa sencilla razón hay que hacer un reconocimiento público al alcalde de Cuernavaca, José Luis Urióstegui Salgado por atender las necesidades más urgentes de los morelenses.
En otros asuntos, urge que las autoridades de la Ciudad de México, y las de todo el país, pongan especial atención en la desaparición de mujeres.
Esto es debido a que en la capital se está acentuando este fenómeno cada vez más, con el consecuente dolor para las familias de las víctimas.
Es importante que dejen la demagogia y las utopías y se centren en prioridades y ésta debe ser una de ellas.
Para cerrar... El gobernador de Jalisco Pablo Lemus se dio un plazo de un mes y medio para pacificar Teocaltiche. ¿Le alcanzará el tiempo?