El calificativo de “fascista” se había reservado en el léxico político estadounidense para personajes como Hitler y Mussolini, hasta ahora que dos prominentes militares retirados lo usaron para definir a Donald Trump. El general John Kelly, exjefe de gabinete de Trump, declaró que el candidato republicano considera que Hitler “hizo algunas cosas buenas”, por lo que se ajusta a la definición de “fascista”. Por su parte, el general Mark Milley, exjefe del Estado Mayor Conjunto, dijo al periodista Bob Woodward que Donald Trump es “un fascista hasta la médula” y la mayor amenaza para los Estados Unidos. A la pregunta de si cree que su contrincante es fascista, Kamala Harris respondió sin titubeos ni evasivas: “Sí, sí creo”. De acuerdo con una nueva encuesta, el 49 por ciento de los votantes cree que Trump es fascista.
En la recta final de la campaña, Trump se ha vuelto más peligroso, trastornado y racista. De cara al 5 de noviembre, ha lanzado más de 100 amenazas contra ciudadanos estadounidenses que percibe como sus “enemigos internos”. Ha prometido que, si gana, desplegará a los militares contra ellos (periodistas, jueces, trabajadores apartidistas) y deportará masivamente a “migrantes sanguinarios salidos de manicomios y prisiones” que están “envenenando la sangre” de los blancos con sus genes. En un mitin en Pensilvania, habló sobre el tamaño del pene del golfista fallecido Arnold Palmer; en otro, en el mismo estado clave, bailó y tatareó durante 39 minutos al son del Ave María de Schubert y otras piezas musicales, mientras dos personas se desmayaban de asfixiante calor. Su errática conducta llevó a 225 médicos psiquiatras a publicar una carta en The New York Times alertando que los síntomas de “trastorno de personalidad” que manifiesta lo han vuelto más “engañoso, iluso y peligroso”. Por tanto, concluyen, no está capacitado para gobernar.
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Para Trump, no hay mentira demasiado grande ni insulto demasiado ofensivo. Llama a Harris “vicepresidenta de mierda”, “estúpida”, “con bajo coeficiente intelectual”, “más floja que el carajo”, culpable de la “frontera abierta” (los cruces han bajado drásticamente) y de querer legalizar el fentanilo (las muertes por sobredosis han bajado). Con la misma retórica alarmista que usó en 2020, cuando pronosticó que si Biden ganaba iba a destruir a Estados Unidos, hoy dice que, si Harris gana, el mercado bursátil se desplomará, las finanzas familiares se esfumarán, la frontera desaparecerá y millones de criminales “ilegales” invadirán ciudades y comunidades. Datos duros lo desmienten: Estados Unidos lidera el crecimiento económico en el sector avanzado por segundo año; el mercado de valores rompió récord múltiples veces y los migrantes cometen menos delitos que los estadounidenses.
Trump es el candidato de Putin. Ha hablado con él siete veces desde que dejó la presidencia. “Trump es la opción favorita del Kremlin”, dijo un alto funcionario de inteligencia la semana pasada, tras denunciar una agresiva campaña de desinformación y falsas narrativas, maquinada por Rusia, para ayudarlo a ganar.
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Un video falso, con millones de visitas, que incluye una serie de acusaciones difamatorias contra Tim Walz, compañero de fórmula de Harris, fue elaborado por la inteligencia rusa. De acuerdo con documentos desclasificados por el FBI, la manipulación del electorado se da a través de miles de cuentas “efímeras” en Facebook, X y YouTube, que publican textos, videos, memes y comentarios fabricados por ciberterroristas rusos para instigar odio y magnificar divisiones internas en los estados pendulares que decidirán la elección.
Trump también es el candidato de Elon Musk, el hombre más rico del mundo, a quien el Departamento de Justicia acaba de advertir que sus donaciones multimillonarias para convencer a la gente de votar por Trump pueden violar la ley federal que prohíbe la compra de votos. The Wall Street Journal reveló que Musk y Putin se comunican en secreto regularmente. El sudafricano naturalizado debutó en un mitin con Trump brincando y gritando infantilmente en la tarima, con el estómago expuesto, antes de autoproclamarse Dark MAGA.
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Es difícil pronosticar el resultado de lo que sin duda es la elección más trascendental en la historia de nuestro vecino. ¿Un hombre viejo, autoritario y vengativo, apoyado por el principal adversario de Estados Unidos, que demanda lealtad a su persona por encima de la Constitución, o una mujer afroasiática que promete defender la Constitución y el Estado de derecho y gobernar para todos? Las encuestas indican que hay empate. Con todo, me late que ganará la mejor opción para el futuro democrático de Estados Unidos y del mundo. Lo contrario es demasiado catastrófico para imaginarlo.