Trudeau

13 de Enero de 2025

Julieta Mendoza
Julieta Mendoza
Profesional en comunicación con más de 20 años de experiencia. Es licenciada en Ciencias de la Comunicación por la UNAM y tiene dos maestrías en Comunicación Política y Pública y en Educación Sistémica. Ha trabajado como conductora, redactora, reportera y comentarista en medios como el Senado de la República y la Secretaría de Educación Pública. Durante 17 años, condujo el noticiero “Antena Radio” en el IMER. Actualmente, también enseña en la Universidad Panamericana y ofrece asesoría en voz e imagen a diversos profesionales.

Trudeau

Julieta Mendoza - columna

La inesperada renuncia de Justin Trudeau como primer ministro de Canadá sacudió el panorama político de este recién estrenado 2025. Representa un punto de inflexión en la trayectoria de uno de los países más estables de América del Norte y plantea profundas interrogantes sobre el equilibrio en la región.

Trudeau, quien irrumpió en la escena política en 2015 como el carismático renovador del Partido Liberal, se despide tras casi una década de un mandato marcado por avances sociales, escándalos éticos y una caída progresiva en su popularidad.

¿Qué llevó al anteriormente llamado “niño dorado” de la política canadiense a este desenlace? Encuestas recientes pintaban un panorama desolador ante la proximidad de las elecciones generales previstas para marzo: el Partido Liberal apenas alcanzaba 16% de intención de voto, rezagado frente al Partido Conservador y el Nuevo Partido Democrático.

TE PUEDE INTERESAR: “No es gasolinazo”, es el IEPS

Pero el verdadero golpe surgió desde la raíz de su partido, con 24 diputados liberales exigiendo su dimisión en una carta abierta. La fractura interna fue el detonante final de una salida que también estuvo impulsada por tensiones con Estados Unidos, y las constantes amenazas del presidente electo de los Estados Unidos, Donald Trump, de aplicar aranceles elevados contra Canadá y México.

El suyo fue un mandato de contrastes. Trudeau impulsó una agenda progresista que situó a Canadá en el mapa como un modelo de inclusión y sostenibilidad.

Desde la legalización del cannabis en 2018, un movimiento pionero que generó ingresos fiscales por más de 15 mil millones de dólares canadienses, hasta la implementación de un impuesto al carbono que posicionó al país como líder en la lucha contra el cambio climático. No se puede negar que Trudeau buscó redefinir el rol de Canadá en el escenario global.

SIGUE LEYENDO: La guerra que nadie quería: Ucrania y el futuro de la geopolítica global

Sin embargo, también enfrentó una serie de escándalos y errores que erosionaron su popularidad, como el caso SNC-Lavalin, en 2019, donde fue acusado de interferir en un proceso judicial para proteger a la constructora canadiense; una de las más fuertes a nivel mundial, acusada de sobornar a funcionarios en Libia, para obtener contratos bajo el gobierno de Muamar Gadafi.

Otro elemento que marcó el inicio de su caída fue la renuncia de Chrystia Freeland, ministra de Finanzas y una de las figuras más poderosas de su gabinete. La exfuncionaria fue negociadora clave del T-MEC y simbolizaba la estabilidad y la experiencia en un gobierno que comenzaba a fracturarse.

Uno de los aspectos menos conocidos de su gobierno fue el incremento del gasto militar. Aunque Trudeau es frecuentemente asociado con una política exterior pacifista, su administración aumentó el presupuesto de defensa en un 70%, una medida que buscó alinear a Canadá con los objetivos de la OTAN. Este giro sorprendió tanto a sus aliados progresistas como a sus críticos, quienes cuestionaron cómo este gasto se reconciliaba con su imagen de defensor de los derechos humanos.

TE PUEDE INTERESAR: La hipocresía del poder

La salida de Trudeau ocurre en un momento crítico para el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). Algunos consideran que su rol como mediador y defensor del acuerdo fue esencial para mantener un equilibrio entre los intereses de los tres países. Sin embargo, el posible ascenso de Pierre Poilievre, líder del Partido Conservador y crítico del tratado, podría significar un cambio radical en las políticas comerciales de Canadá. No olvidemos que Poilievre ha insinuado que reconsideraría el papel de México en el tratado. Para nuestro país, esto significaría un golpe considerable, especialmente en sectores como el automotriz y el energético, donde la colaboración trilateral ha sido crucial.

El T-MEC, que representa un mercado regional de 1.5 billones de dólares, ha sido una herramienta clave para fortalecer las cadenas de suministro frente a la competencia global. Con Trudeau fuera de escena y la toma de posesión de Donald Trump, el próximo 20 de enero, el futuro del T-MEC podría enfrentar vientos de cambio.

Este es un momento crítico para la integración económica de América del Norte. La colaboración trilateral ha sido un baluarte frente a la competencia global, pero cualquier fisura podría ser aprovechada por otros bloques económicos. Ahora, más que nunca, los tres países necesitan un compromiso firme: proteger los avances logrados.