El Titan era un batiscafo operado por OceanGate que implosiono el 18 de junio de 2023 en aguas internacionales a 400 millas náuticas de la costa de Terranova, Canadá. El sumergible estaba en una expedición turística para observar los restos de Titanic, el mítico transatlántico que naufrago en 1912. A bordo iban cinco personas que fallecieron en el incidente. El estadounidense Stockton Rush, director ejecutivo y fundador de OceanGate Inc, el explorador francés Paul-Henri Nargeolet, Submarinista, oceanógrafo y arqueólogo marino. El británico Hamish Harding, piloto, explorador, empresario y turista espacial. El británico de origen pakistaní Shahzada Dawood: empresario de Dawood Hercules Corporation, inversionista y filántropo. Y el hijo de este último Suleman Dawood de tan solo 19 años.
Una hora y 45 minutos después de comenzar la inmersión hacía el sitio del naufragio, el Titan perdió comunicación con la superficie, fue hasta que el sumergible no volvió en el horario esperado que las autoridades fueron alertadas. Tras 80 horas de búsqueda, un vehículo submarino operado a distancia descubrió un campo de escombros con partes del Titan, aproximadamente a 488 metros de la proa del Titanic. Las conclusiones a la que llegaron las autoridades correspondientes fueron que el casco de presión, fabricado con fibra de carbono, material jamás usado en inmersiones de tal profundidad, había implosionado poco después de que el Titan comenzara su descenso, lo que provocó la muerte instantánea de todos sus ocupantes.
Esto a pesar de que Stockton Rush fue advertido en varias ocasiones de la seguridad del sumergible, principalmente por David Lochridge, el director de Operaciones Marítimas de OceanGate, al que termino despidiendo. Después se descubrió que los ejecutivos de la compañía no buscaron la certificación del Titan, argumentando que los protocolos de seguridad excesivos obstaculizaban la innovación.
A dos años de la tragedia Netflix estrena el documental Titan: El Desastre de OceanGate, dirigido por Mark Monroe, que nos narra el caso a partir de las malas decisiones de Stockton Rush, consejero delegado de OceanGate, que en el afán de conseguir fama como un innovador multimillonario ignoro todas las advertencias hechas por los mismos miembros de su compañía, provocando el accidente que le costó la vida junto a la de cuatro personas más.
Todo parte de la idea de construir una embarcación utilizando ligera fibra de carbono en lugar del pesado titanio para la estructura del casco, esto con el fin de reducir el peso y los costos del Titan. El problema venia con el hecho de que nunca se había utilizado ese tipo de material para los fines que se pretendían y mucho menos a para esas profundidades. Como uno de los protocolos de seguridad vemos como es que se colocaron diminutos micrófonos que amplificaban el sonido de la fibra al romperse bajo la presión extrema a la que se sometía en las profundidades del mar como advertencia del peligro inminente, resulta aterrador escuchar algunas de esas grabaciones, y más aun saber que fueron ignoradas por Rush.
Pero la impaciencia y sobre todo la soberbia del dueño de la compañía hicieron que se hiciera caso omiso de las advertencias. Nunca permitió que un tercero examinara el sumergible, además de evitar cualquier escrutinio al no abanderar el Titan por ninguna nación. Y como broche de oro el documental nos cuenta como los empleados que encendían las alarmas eran despedidos u obligados a renunciar, para ser sustituidos por jóvenes recién graduados, es decir, novatos inexpertos. Se destaca David Lochridge, exdirector de operaciones, que tras ser despedido, fue demandado por Rush, por atreverse a señalar la falta de pruebas al casco del Titan.
En resumen, el documental sirve como una oda a la soberbia que le costo la vida a 5 personas.
Titan: el desastre de OceanGate está disponible en Netflix.
