Se va AMLO, pero ¿realmente se va?

30 de Septiembre de 2024

Pablo Reinah
Pablo Reinah
Periodista con 28 años de experiencia en televisión, radio y medios impresos. Ganador del Premio Nacional de Periodismo 2001, ha trabajado en Televisa, Grupo Imagen y actualmente conduce el noticiero meridiano en UNOTV. Ha colaborado en medios como Más por Más, Excélsior y Newsweek. Es autor del libro El Caso Florence Cassez, mi testimonio y asesor en medios de comunicación.

Se va AMLO, pero ¿realmente se va?

Pablo Reinah columnista

A medida que se acercaba el final del sexenio de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), el debate sobre su legado se intensificó. Si bien algunos aplaudieron sus políticas sociales, otros cuestionaron su enfoque en el “combate” a la corrupción y señalaron con preocupación la erosión de la democracia y las instituciones en México. La crítica y el señalamiento constante a los medios de comunicación y a los periodistas que dieron cuenta de las fallas durante su gobierno alimentaron un ambiente de división y desconfianza durante su administración.

La inseguridad y la violencia son otras áreas donde el gobierno se va en números rojos. A pesar de las múltiples promesas de pacificación, la violencia ha aumentado en diversas regiones. Michoacán, Chiapas, Guerrero y Morelos son ejemplo de ello. Este año electoral por ejemplo, se agudizó la inseguridad. Treinta aspirantes, entre precandidatos y candidatos fueron asesinados durante las campañas.

La militarización de la seguridad pública, centrada en el uso de las Fuerzas Armadas, ha generado serios cuestionamientos sobre el respeto a los derechos humanos y la falta de una verdadera política de prevención del delito, además de despertar dudas y conflictos económicos en la relación con otros países.

En este contexto, llega Claudia Sheinbaum a la presidencia del país, enfrentando un reto monumental: diferenciarse de AMLO y construir una narrativa propia que inspire confianza en toda la ciudadanía y en el exterior como lo ofreció en su discurso la noche del 2 de junio: “concebimos un México plural, diverso y democrático… nuestro deber será velar por cada una y cada uno de los mexicanos sin distingos”.

Sin embargo, la ironía se vuelve palpable cuando ella misma dice que el presidente “se va y al mismo tiempo no se va”, cuando en los momentos cruciales de las últimas semanas, ante reformas, toma de decisiones y el aumento de la violencia, no hemos visto un llamado claro a fomentar el diálogo y la inclusión.

Lo que sí ha declarado la próxima presidenta de México es que: “La continuidad va a existir; es un mismo proyecto; continuidad con mi estilo, con mi proyecto, pero continuidad en la Cuarta Transformación.”

Continuidad que la llevó a revivir, sin necesidad alguna, en un momento que debería ser de celebración para ella, un conflicto diplomático con España generado por el presidente Andrés Manuel Lopez Obrador en 2019 al no recibir respuesta del Rey Felipe VI a la carta en la que le pedía ofreciera una disculpa a los mexicanos por los excesos cometidos durante la colonización española.

El legado del presidente va más allá de una lista de políticas sociales y obras públicas que aún no muestran su valor. Se trata de un contexto hostil y violento, marcado por rencores, venganzas y la división social, que ha moldeado la percepción pública sobre la política mexicana. Claudia Sheinbaum tiene la oportunidad hoy de transformar este panorama, demostrando que la política puede y debe ser un espacio de respeto, diálogo y verdadero servicio a la ciudadanía.

Para lograrlo, no basta con ser la primera mujer presidenta de México; debe convertirse en una líder que establezca su propia voz y personalidad, que desafíe las narrativas simplistas y que trabaje por un país más democrático y seguro para todas y todos, donde cada ciudadano sienta que su voz importa. Este es el verdadero desafío que enfrenta la nueva presidencia: construir un futuro donde la confianza y la inclusión sean la norma, no la excepción.

¿Podrá? ¿Querrá? Veremos.