¿Es tiempo de mujeres?

23 de Noviembre de 2024

Pablo Reinah
Pablo Reinah
Periodista con 28 años de experiencia en televisión, radio y medios impresos. Ganador del Premio Nacional de Periodismo 2001, ha trabajado en Televisa, Grupo Imagen y actualmente conduce el noticiero meridiano en UNOTV. Ha colaborado en medios como Más por Más, Excélsior y Newsweek. Es autor del libro El Caso Florence Cassez, mi testimonio y asesor en medios de comunicación.

¿Es tiempo de mujeres?

Pablo Reinah columnista

La frase “es tiempo de mujeres” ha cobrado un nuevo significado en México, donde celebramos la histórica llegada de una mujer a la presidencia y la representación femenina en los poderes legislativo y judicial. Sin embargo, esta efervescencia debe ir acompañada de un examen crítico de la realidad que enfrentan día a día las mujeres en el país.

Con once feminicidios diarios y un alarmante 70% de mujeres que han experimentado alguna forma de violencia en su vida, es evidente que aunque las mujeres ocupen posiciones de poder, su seguridad y bienestar están lejos de ser garantizados. Cada cifra es una vida truncada, un futuro apagado, el reflejo de un problema social y un profundo fallo en nuestro sistema de justicia y protección.

El trabajo no remunerado que realizan las mujeres es otro aspecto crítico. A pesar de que las labores domésticas representan una porción significativa del PIB, el 90% de quienes las llevan a cabo son mujeres, y solo una pequeña fracción de ellas cuenta con condiciones laborales dignas. Esto no solo perpetúa la desigualdad, sino que refuerza la idea de que su trabajo no tiene valor.

Por otro lado, aunque las mujeres son responsables de un creciente número de emprendimientos, el 76% carece de acceso a tarjetas de crédito, lo que limita su capacidad de inversión y crecimiento, lo que se traduce en barreras estructurales que restringen su autonomía económica y por ende, su libertad personal.

En el ámbito de la salud y la educación, las desigualdades son igualmente evidentes. Cuatro de cada diez mujeres tienen dificultades para acceder a servicios de salud, y más de la mitad de los jóvenes no escolarizados son mujeres, lo que sugiere que estamos desperdiciando un potencial invaluable para el futuro del país.

“Es tiempo de mujeres” debe ser más que un eslogan; debe convertirse en un compromiso tangible que involucre a todas y todos. La lucha por la igualdad de género no es solo una cuestión femenina, sino un reto colectivo que requiere la participación activa de todos los sectores. La transformación social no puede depender únicamente de las mujeres; requiere que los hombres nos convirtamos en aliados en esta causa. Esto implica desafiar y cuestionar las normas culturales que perpetúan la violencia y la discriminación, así como trabajar para crear un entorno donde el respeto y la equidad sean la norma.

Los hombres debemos convertirnos en defensores de los derechos de las mujeres, tanto en el ámbito personal como en el profesional. Debemos no sólo denunciar la violencia de género, sino también actuar de manera proactiva para prevenirla. La educación es clave en este sentido; desde la infancia, es crucial que aprendamos la importancia de la igualdad y el respeto en cualquier entorno. La corresponsabilidad en las tareas del hogar, en la crianza de niñas y niños, son acciones que crean un ambiente familiar más justo y equilibrado y que sientan las bases para apuntalar el cambio.

Ser mujer presidenta en un país con tantas dificultades significa cargar con una enorme responsabilidad, pero también con una gran oportunidad. Claudia Sheinbaum tiene la posibilidad de ser una líder que no sólo inspire, sino que también actúe decisivamente para transformar la realidad de millones de mexicanas.

La llegada de una mujer a la presidencia de México es un avance, pero el verdadero reto está en cómo se utiliza ese poder para erradicar la violencia, promover la igualdad y construir una sociedad donde cada mujer tenga la oportunidad de vivir libremente y con dignidad.

Necesitamos transformar la esperanza en acción y la acción en resultados concretos. Las mujeres de México merecen un futuro donde su seguridad, salud y derechos sean prioridades innegociables. La historia se está escribiendo ahora mismo y la están escribiendo ellas. Es momento de que los hombres nos hagamos a un lado y les permitamos a ellas ocupar el espacio que les corresponde, sin tener que someterse a gestos de agradecimiento político que perpetúen la desigualdad o pongan la legitimidad de sus acciones, ni siquiera por costumbre.