En las últimas semanas, mucho se ha hablado en torno al nombre del Golfo de México. Esto debido al decreto emitido por Donald Trump al tomar posesión como Presidente de los Estados Unidos de América, en el cual lo renombra “Golfo de América”. Por lo que seguramente será un tema que dará de qué hablar durante un tiempo considerable, pues un cambio como el que pretende lograr trae consigo demasiadas implicaciones, no solo para Estados Unidos y México, sino para el mundo entero.
Por nuestra parte en México, nuestra presidenta Claudia Sheinbaum ha dado posicionamientos en torno a la inviabilidad de esta acción populista por parte del gobierno de Trump, exponiendo la base histórica del reconocimiento del nombre del Golfo de México. Esto lo hizo durante la mañanera del miércoles 8 de enero, mediante una exposición del contexto histórico del nombre de nuestro golfo, donde José Alfonso Suárez del Real, asesor político de la Coordinación de Comunicación Social de la Presidencia de México y experto en Historia, expresó lo siguiente: “El nombre del golfo de México, además de histórico, está registrado ante organismos internacionales que lo consideran como un referente náutico desde el siglo XVI, antes de que existieran los Estados Unidos (cuya independencia fue en 1776, o sea, a finales del siglo XVIII)”.
TE PUEDE INTERESAR: El largo camino a casa. Deportación masiva
En ese sentido, se informó también que una de las instancias internacionales en las que el nombre del golfo de México está registrado es la Organización Hidrográfica Internacional (IHO, por sus siglas en inglés), que en una publicación especial de 1953, presentó los límites de este cuerpo marítimo llamándolo “Golfo de México”. Por otra parte, de acuerdo al Centro Gilberto Bosques del Senado de la República de México, el Golfo de México también fue reconocido en 1978 cuando se reconoció formalmente la frontera marítima entre México y Estados Unidos con la firma del Tratado sobre Límites Marítimos entre los Estados Unidos Mexicanos y los Estados Unidos de América, firmado en la Ciudad de México, donde ambos gobiernos reconocieron sus límites marítimos en el Golfo de México y en el Océano Pacífico, actualizando y reafirmando lo establecido en el tratado de 1970.
Adicionalmente, la Comisión Internacional de Límites y Aguas entre México y Estados Unidos mencionó en una publicación del 2012 que “el Tratado de Aguas de 1944 entre México y los Estados Unidos regula la distribución de las aguas del Río Bravo entre ambos países desde Fort Quitman, Texas hasta el Golfo de México”, siendo claro el reconocimiento hacia el cuerpo marítimo mexicano.
SIGUE LEYENDO: El imperio contraataca: Trump asume el poder
Ante este conflicto histórico que renombra al Golfo de México, distintas fuentes internacionales reportan que de acuerdo a fuentes no oficiales el nombre del cuerpo marítimo no cambiará para el Reino Unido ni Gran Bretaña, a menos que el nombre se vuelva de uso común entre los angloparlantes. Si bien, no han habido demasiados posicionamientos por parte de la comunidad internacional respecto a este tema, para Estados Unidos de América el Golfo de México ya es el “Golfo de América”. Esto de acuerdo al decreto del 20 de enero llamado “Restaurando nombres que honran la grandeza estadounidense” en la sección 4 de éste, donde oficialmente declaran que “El Golfo seguirá desempeñando un papel fundamental en la configuración del futuro de América y de la economía global, y en reconocimiento a este floreciente recurso económico y su importancia crítica para la economía de nuestra nación y su gente, ordeno que se renombre oficialmente como el Golfo de América”.
Si bien para nosotros sigue siendo el Golfo de México, y para los estadounidenses ahora es el “Golfo de América”, queda preguntarnos: en el contexto internacional, ¿a quién le darán la razón? ¿A la historia o a una imposición? Al tiempo lo sabremos.