Tal para cual

4 de Febrero de 2025

Omar Hurtado
Omar Hurtado

Tal para cual

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Siempre resulta interesante observar las personalidades de diversos líderes y mandatarios, cuyos comportamientos y conductas no están ajenos a su proceder como Jefes de Estado, particularmente en las dictaduras, autocracias y tiranías. Especialmente en los dictadores, autócratas y tiranos es común encontrar rasgos narcisistas, mesianismo, megalomanía, misoginia, falta de empatía, y agresividad, sólo por mencionar algunos, con una enorme capacidad de manipulación política y hacia las masas. Generalmente estos hombres están lejos de constituirse en verdaderos Jefes de Estado, obsesionados por el poder y el amor propio, tan frecuentemente observado en el populismo, tanto de izquierda como de derecha.

En estas frecuencias se encontrarían, afirman algunos especialistas, personalidades como las del actual presidente estadounidense Donald Trump o el expresidente Manuel López Obrador. Entonces estaríamos ante la presencia del amor propio y el culto a la personalidad sobre el interés del Estado. Dos personajes, uno de derecha y otro de supuesta izquierda, enamorados de ellos mismos y que entrelazan sus ambiciones propias.

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Sin embargo, escribir sobre estos asuntos personales de cualquier persona convertido en personaje, podrían llevar a un problema irresponsable y ético, ya que hasta qué punto tendrían fundamento estas valoraciones sin haberse sometido a procedimientos de estudio rigurosos, más aún si desconocemos su vida privada familiar y social íntima.

No obstante lo anterior, bien es cierto que no estamos ante personajes inadvertidos, sino ante verdaderas figuras públicas que llevan en sus manos el bienestar de los ciudadanos y el futuro del Estado, que generan reacciones. Lo que alcanzamos a observar sobre sus personalidades se generan sobre su comportamiento público, reacios a seguir reglas y protocolos, al respeto a la ley, al marco institucional y al status quo.

Proclives al rechazo a la opinión pública, a los intelectuales y a los medios de comunicación. De pensamiento dicotómico, o eres enemigo o eres amigo. La intolerancia y el poder que logran ostentar hace que constituyan una amenaza para cualquier ente partidista o colaborador que renuncie a la sumisión o incondicionalidad.

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En estas condiciones parecería que el alto ego estaría dirigiendo miserable y sórdidamente sus vidas; para algunos especialistas también podríamos estar ante la presencia de personalidades antisociales y graves padecimientos de complejos de inferioridad. Bien es sabido que hay personas que lidian con su complejo de inferioridad mediante la intimidación y la hostilidad.

Hartos de demagogia y saciados de poder, entre las más detestables acciones que puede pueden dejar los autócratas son la destrucción de las instituciones democráticas y la polarización social, de mucho daño para cualquier sociedad, difícilmente de pronta reversiones.

Lejos de constituirse en verdaderos Jefes de Estado, se encontrarían enamorados de sus tramas personales y se constituyen en líderes peligrosos para el cargo y el Estado.