Super Andy

24 de Febrero de 2025

Raymundo Riva Palacio
Raymundo Riva Palacio

Super Andy

raymundo riva palacio AYUDA DE MEMORIA

1ER. TIEMPO: El poder del apellido. Durante casi una década, Andrés López Beltrán ha sido el hijo más adentrado en la política de los tres mayores que tiene Andrés Manuel López Obrador. A la vez, es al único al que el expresidente siempre ha saludado de beso. Es un asunto de cariño, que se corresponde completamente con la confianza que deposita en Andy, como lo llaman. Durante el sexenio de su padre fue el enlace extraordinario, por fuera de los canales institucionales, a través del cual se transmitían y recibían mensajes de y para López Obrador. De igual manera fue junto con Gabriel García Hernández, que inició su administración diseñando los programas sociales, con quien el expresidente se reunía casi todas las tardes en Palacio Nacional para revisar las estrategias electorales y la distribución quirúrgica del dinero para fortalecer y lograr lealtad en las bases clientelares. Andy no era un político de gabinete. Antes de todo esto, había sido el responsable de armar comités electorales en el estado de México durante la elección presidencial, que construyó con el consejo de su padre de trabajar las secciones electorales donde, aseguraba López Obrador, se ganan las elecciones. No obstante, estos años juntos en faenas políticas y electorales y la experiencia acumulada, el expresidente no había pensado en que, una vez terminado su gobierno, su hijo pudiera ir al partido Morena para que desde ahí defendiera su legado. Su posición cambió en septiembre del año pasado, cuando el núcleo más duro en torno a López Obrador, donde estaban Rafael Barajas, El Fisgón, el monero de La Jornada a quien había responsabilizado de la escuela de cuadros de Morena, Jesús Ramírez Cuevas, su vocero y jefe de la maquinaria de propaganda, y el senador Adán Augusto López, a quien encargó el expresidente de cuidar que sus iniciativas no fueran revertidas en el Congreso, lo convencieron de hacer de su hijo el factótum de Morena, para consolidar su proyecto y trascendencia histórica. A través de él existiría un poder bicéfalo en el nuevo régimen que estaba por construirse. Tres semanas después, Andy fue electo secretario de Organización del partido. “Nuestro trabajo”, ratificó al aceptar el cargo, “será mantener ese legado”. No era suficiente hablar de continuidad de la segunda transformación, ni el segundo piso de la transformación. La marca del obradorismo era el nombre, y el único que podía jugar legítimamente con él era Andy. Con su llegada se fue radicalizando el discurso del todavía presidente. Ya no habría espacio para el pragmatismo ni para corrimientos ideológicos. Los puros de Andrés Manuel, los más radicales que eran los intransigentes, no tenían posibilidades de asumir el liderazgo. Andy tampoco, pero cuenta con el apellido, suficiente para arrancar con potencia la defensa del legado de López Obrador.

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2DO. TIEMPO: El empoderamiento. La llegada de Andrés López Beltrán a la Secretaría de Organización de Morena fue acompañando a Luisa María Alcalde, que sería electa presidenta y su jefa nominal. Pero desde el primer momento se supo dónde estaba el poder. Fue a Andy a quienes todos se acercaban a saludar y a tomarse fotografías. Es él a quien le solicitaban citas para decidir su futuro y que piden, casi suplican, para que los lleve a hablar con su padre, Andrés Manuel López Obrador. En los carteles donde se anunciaban eventos del partido en diferentes ciudades del país, es su foto la que se encontraba al centro, con la presidenta de Morena a un lado, en segundo lugar. Legisladores, gobernadores y empresarios lo procuran. Si alguien quiere un cargo de elección popular, él es la ventanilla. Si hay quien piensa en formar un partido que sea satélite de Morena, van a pedirle a él su autorización. Andy palomeaba. Hugo Erick Flores, militante de Morena que como dirigente de Encuentro Social años antes fue clave para ganar votos y la gubernatura de Morelos, le habló de sus aspiraciones para armar otro partido y le dijo que no, porque si se atrevía, lo combatiría. Yazmín Esquivel, la ministra de la Suprema Corte, le pidió que la apoyara para presidir el tribunal bajo el nuevo andamiaje judicial, pero le dijo que sería Lenia Batres, hermana de Martí, director del ISSSTE, y parte del núcleo de los puros, el ala radical del obradorismo, quien era la que llegaría a la Presidencia, y que la movilización de votos a su favor sería apabullante. Andy y Jesús Ramírez Cuevas, el jefe de la maquinaria de propaganda del obradorismo que sobrevivió transexenalmente como coordinador de asesores de la presidenta Claudia Sheinbaum, movilizaron abogados para que entraran a contender por un puesto en el nuevo Poder Judicial, que se volvió un movimiento estratégico para impedir que los juzgadores, como había sucedido en el sexenio de López Obrador, bloquearan los megaproyectos con los cuales quería dejar una huella material de lo que siempre dijo que era la transformación. Andy es hoy el Rey Midas de Morena, pero también tiene aspiraciones para un cargo de elección popular, sobre lo que ha hablado con la presidenta Sheinbaum. Ya han planteado los primeros términos de un acuerdo político de largo plazo: López Beltrán será encaminado a la candidatura de la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, que trabajó electoralmente cuando Sheinbaum estaba al frente, y Alcalde saltaría al Senado, para coordinar la bancada. Los nepobabies tendrían vigencia más allá del sexenio de Sheinbaum, y Andy podría no sólo defender el legado, sino construir una dinastía.

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3ER. TIEMPO: Nadie duda quién manda aquí. La presidenta Claudia Sheinbaum ha sido muy clara: los asuntos de Morena son de Morena. Ella se separó del partido para gobernar. Que resuelvan los asuntos del partido, los dirigentes del partido. Andrés López Beltrán, como secretario de Organización del partido, no Luisa María Alcalde, la líder nacional de Morena, es quien toma las decisiones estratégicas. Hace unos días dio una muestra de lo que puede y quiere, al entregar la credencial de militante de Morena al senador Miguel Ángel Yunes Márquez, que apenas hace unos meses era denunciado por el entonces líder del partido, Mario Delgado, como miembro de una de las familias más corruptas que había en México. Inmediatamente protestó la gobernadora de Veracruz, Rocío Nahle, quien tiene un pleito legendario contra la familia Yunes, lo descalificó y pidió a la Comisión de Honestidad y Justicia del partido, que no acreditaran su membresía. Salomón Jara, gobernador de Oaxaca, hizo lo mismo en protesta por la credencialización de su antecesor, el priista reconvertido Alejandro Murat. Sus inclusiones en el partido provocaron un conflicto interno en el partido, previsible, pero que Andy ignoró porque anda pescando militantes. No anda con consideraciones. Se ha propuesto construir “el partido más grande del mundo”, y afiliar en tiempo récord de tres años a 10 millones de personas. Todos caben, aun aquellos que están en otros partidos, como Cuauhtémoc Blanco, el diputado que fue gobernador de Morelos por Encuentro Social, que tiene tres denuncias por delitos sexuales, o que apestan, como el gobernador Rubén Rocha Mora, con quien se tomó una foto el sábado antepasado al darle su credencial de elector, sin importar que el gobierno se encontraba en un momento político muy delicado frente al presidente Donald Trump, que insiste hay una “alianza inaceptable” del gobierno con los cárteles de las drogas, donde el sinaloense es la imagen más clara de la narcopolítica en México, al pesar sobre él la imputación pública de complicidad que le hizo Ismael Zambada, el exjefe del Cártel de Sinaloa. Nada de esto le importa a Andy. Si la fotografía con Rocha Moya manda mensajes cruzados, no es su problema. Si disgusta, tampoco. El caso de Nahle con Yunes es la prueba. Alcalde le habló en la semana para informarle que había entrado su petición de revisión en la comisión justiciera, pero sin muchas esperanzas de que avance. El presidente del Senado, el petista reconvertido moreno, Gerardo Fernández Noroña, ya lo anticipó: diga lo que diga la Comisión, Yunes se queda. Se aguantan todos. El legado es primero. La plataforma de despegue se está construyendo. Él decidirá las candidaturas al Congreso, al Senado, a las gubernaturas y a las alcaldías. El poder de López Beltrán está creciendo cada semana y se incrementará conforme se vayan acercando las elecciones. El legado de su padre no será todo lo que importa, sino el poder.