Imagínate que tu casa se inunda porque una obra pública mal hecha desvió el agua hacia tu colonia. Vas al juez para que ordene detener esas obras y reparen el daño. El juez emite una orden clara para detener todo, pero el gobierno decide ignorarla y sigue con la construcción como si nada. Tú te quedas con la casa inundada, sin justicia y sin respuesta. Esto es exactamente lo que está pasando hoy en México. El Congreso y el Gobierno han ignorado 71 suspensiones judiciales que buscan detener una reforma peligrosa al sistema judicial.
¿Qué significa esto para nosotros?
Las suspensiones judiciales son como señales de alto: se usan para frenar decisiones mientras los tribunales revisan si son legales. Si los jueces ordenan parar y el gobierno decide ignorarlo, estamos en problemas. La ley deja de tener valor, y cualquiera podría terminar sin defensa frente a abusos del poder. Esto es como decirle a los ciudadanos: “No importa lo que reclames, las reglas ya no aplican para nosotros”.
¿Qué está pasando?
Cuando el gobierno ignora la ley, te deja sin defensas. Si hoy se brincan las órdenes de los jueces, mañana pueden ignorar cualquier derecho que te pertenezca: tu pensión, tu vivienda o incluso tu acceso a educación y salud.
Lee también: Enfoquémonos en lo importante
Suspensión Definitiva y las Consecuencias
Recientemente, la jueza Nancy Juárez Salas otorgó una suspensión definitiva contra la reforma judicial. Esto no es solo una pausa temporal; ordena directamente a la presidenta Claudia Sheinbaum y al Diario Oficial de la Federación eliminar la publicación de la reforma en un plazo de 24 horas. De no cumplir, las consecuencias serán graves: los responsables podrían enfrentar penas de tres a nueve años de prisión, multas e inhabilitación para ocupar cargos públicos. Esta suspensión es un fuerte mensaje de que la ley debe respetarse y que nadie, ni siquiera el Ejecutivo, puede ignorar las órdenes judiciales sin enfrentar consecuencias.
Cuando la ley no vale nada
El hecho de que un gobierno ignore suspensiones judiciales es gravísimo porque abre la puerta al abuso de poder. Las suspensiones son mecanismos legales para detener decisiones que podrían violar los derechos de las personas. Si se pasa por alto la justicia hoy, nada garantiza que mañana el gobierno no haga lo que quiera, sin importar a quién perjudique. Esto pone en riesgo a cualquiera que necesite un tribunal imparcial para defenderse: desde una víctima de violencia, hasta una familia que reclama un derecho perdido.
El peligro de jueces como candidatos
Esta reforma también convierte a jueces y magistrados en candidatos electorales. En lugar de tomar decisiones basadas en la ley, tendrán que preocuparse por ganar votos, lo que los pondrá bajo presión de partidos, de empresarios y del crimen organizado. Esto significa que, en lugar de impartir justicia, tendrán que hacer lo que sea más popular, no lo más justo. ¿Cómo confiar en un juez que está pensando en su próxima campaña?
Sigue leyendo: La militarización no es la solución
El poder sin control de Guadalupe Taddei
Otro problema enorme es que Guadalupe Taddei, presidenta del INE, tendrá control absoluto sobre las elecciones de los jueces, pero sin los controles necesarios para vigilar sus decisiones. Demasiado poder en manos de una sola persona siempre es peligroso y más si tiene vínculos con quienes hoy ostentan el poder. No podemos permitir que el sistema de justicia dependa de la voluntad de alguien sin contrapesos. Taddei tendrá control absoluto sobre cómo se organizan las elecciones de los jueces y magistrados, pero sin los contrapesos adecuados. Esto no es solo un problema técnico; es una invitación al abuso.
No podemos dejar que esto pase
Cuando el gobierno decide que no tiene que obedecer a los jueces, abre la puerta a cualquier abuso. Hoy es una reforma judicial, pero mañana podría ser cualquier cosa que afecte tu vida: tu derecho a la educación, a la salud o a la seguridad. Si dejamos que esto pase, la justicia en México se convertirá en un chiste.
El país al borde de una dictadura legal
La negativa del gobierno a acatar las suspensiones judiciales es un ataque directo a la democracia. Si los jueces no tienen el poder para frenar decisiones ilegales, ¿quién nos queda? Estamos en un momento en el que el gobierno está poniendo el poder por encima de la ley, y eso es lo más peligroso que puede pasar en un país democrático. La historia nos ha enseñado que los abusos comienzan así: primero ignoran las leyes, luego desaparecen los derechos.
Es hora de actuar. Sin justicia, no hay democracia. Y sin democracia, no hay futuro.
Puede interesarte: La cocinera no sabe de dictaduras