Siete meses de terror

12 de Abril de 2025

Pablo Reinah
Pablo Reinah
Periodista con 28 años de experiencia en televisión, radio y medios impresos. Ganador del Premio Nacional de Periodismo 2001, ha trabajado en Televisa, Grupo Imagen y actualmente conduce el noticiero meridiano en UNOTV. Ha colaborado en medios como Más por Más, Excélsior y Newsweek. Es autor del libro El Caso Florence Cassez, mi testimonio y asesor en medios de comunicación.

Siete meses de terror

Pablo Reinah columnista

Se cumplen siete meses de violencia extrema en Culiacán... Y es que lo que está pasando desde septiembre de 2024 es un capítulo más de una historia que parece no tener fin. Han pasado siete meses desde que todo estalló otra vez, y la razón principal es clara: el Cártel de Sinaloa está en guerra consigo mismo.

Todo empezó cuando detuvieron a Ismael “El Mayo” Zambada en julio del año pasado, y desde entonces, las facciones de Los Chapitos y Los Mayitos se han estado peleando por el control. El resultado es una ciudad atrapada en el fuego cruzado, con cientos de muertos y desaparecidos que dejan un dolor que no se borra.

No es la primera vez que Culiacán vive algo así. Recordemos el “Culiacanazo” de 2019, cuando intentaron capturar a Ovidio Guzmán y la ciudad se convirtió en zona de guerra. O en 2023, cuando pasó algo parecido. Estos episodios muestran que la violencia no es nueva, pero lo de ahora tiene un sabor especialmente amargo porque no parece haber una solución cerca.

Siete meses de balaceras, miedo y sangre son una señal de que el problema está más vivo que nunca. Lo peor es que la gente común es la que paga el precio. Mientras los narcos se matan entre ellos, las familias pierden hijos, padres y hermanos. Hay quienes no pueden salir de casa sin temer que una bala perdida les cambie la vida. Y aunque las autoridades hablan de operativos y estrategias, la realidad es que la paz no llega.

El gobierno dice que está actuando, pero los números no mienten: la violencia sigue creciendo, y Culiacán sigue siendo un campo de batalla. Esto no es solo un pleito de cárteles; es un reflejo de algo más grande. Décadas de corrupción, pobreza y abandono han dejado el terreno listo para que el narco prospere. Detener a un líder como “El Mayo” o a Ovidio puede sonar a victoria, pero si no se ataca la raíz del problema, es como poner una curita en una herida que no deja de sangrar.

La lucha por el poder entre Los Chapitos y Los Mayitos no va a parar sola, y mientras tanto, Culiacán sigue atrapada en un ciclo que lleva años repitiéndose. Es hora de preguntarnos cuánto más puede aguantar la gente. Siete meses de esta crisis reciente son demasiados, pero si sumamos los años de violencia intermitente, el cansancio y el temor es inmenso. Hace falta más que detenciones espectaculares o discursos. Se necesita voluntad real para cambiar las cosas: desmantelar las redes que sostienen al narco, dar oportunidades a los jóvenes para que no caigan en sus manos y proteger a los ciudadanos que solo quieren vivir en paz. Porque si algo enseña Culiacán, es que la violencia no se va eliminar sola; alguien tiene que pararla. Pero ¿Quién?

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