En medio de la vorágine de una agitación geopolítica, marcada por la ominosa amenaza de una posible Tercera Guerra Mundial y la inquietante llegada de un negacionista del cambio climático, como Donald Trump, a la presidencia del país más poderoso del mundo, Claudia Sheinbaum presentó en la Cumbre de Líderes del G20 una propuesta innovadora: que cada nación participante destine el 1% de su gasto militar para apoyar a 6 millones de sembradores de árboles, quienes reforestarían 15 millones de hectáreas en todo el mundo.
Contra viento y marea, y a pesar de contar con un antecesor, el expresidente Andrés Manuel López Obrador, quien no había asistido a ningún foro del G20 en seis años y sostenía que “la mejor política exterior es la interior”, la presidenta de México optó por un enfoque diametralmente opuesto. Así, marcó el inicio de lo que será su política exterior, centrada en una de sus principales prioridades: el cambio climático y la justicia social. En este contexto, propuso el programa “Sembrando Vida” a nivel mundial a los líderes de las naciones más poderosas del mundo. De este modo, México se reposiciona con un renovado liderazgo en el escenario global, erigiéndose como un estandarte de paz y justicia social en medio del complicado panorama mundial de guerras y conflictos.
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Además, al lanzar un dardo certero, la presidenta propuso una política dirigida a aquellos países del G20 que, según Mariana Mazzucato en su artículo titulado “Cómo debería funcionar la política de inversión pública mundial”, publicado en Project Syndicate, son responsables del 80% de las emisiones de gases de efecto invernadero. ¡Imagínese! Los países más poderosos son, irónicamente, los que más contaminan. ¿No deberían ser ellos quienes lideren la erradicación del cambio climático? En este contexto, Claudia Sheinbaum acertó de manera puntual en su enfoque.
Otro aspecto de suma importancia es la generación de empleo y la dignificación del trabajo de las personas más vulnerables, especialmente aquellas que laboran en el campo, como los sembradores de árboles. Proporcionarles jornales y capacitación técnica no solo contribuirá a una justicia social más equitativa, sino que también se torna esencial en la era de la inteligencia artificial, donde numerosos empleos están desapareciendo y otros se encuentran cada vez más amenazados. En este contexto, es crucial promover un mayor sentido de humanidad entre la población.
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“¿Qué está pasando en nuestro mundo que, en tan solo dos años, el gasto en armas creció casi el triple que la economía mundial? ¿Cómo es que la economía de la destrucción alcanzó un gasto de 2.4 billones de dólares? ¿Cómo es que 700 millones de personas en el mundo aún viven en pobreza extrema?” cuestionó la presidenta. Los datos contundentes señalados revelan la grave amenaza de destrucción a la que hemos llegado. Destinar solo el 1% del gasto militar sería un gran comienzo para establecer en la psique de los líderes mundiales la necesidad de reducir los gastos en armamento y promover más políticas en torno a la paz.
La presencia de la presidenta Claudia Sheinbaum en el G20 no solo reposiciona a México en el escenario internacional con una política innovadora de paz y justicia social, sino que también plantea los siguientes cuestionamientos: ¿Quién podría negarse a fomentar la paz y apoyar a las personas más necesitadas? ¿Qué estará pensando Trump y cuál será su reacción? Y, sobre todo, ¿están dispuestas las potencias a asumir su responsabilidad de crear un futuro más justo y pacífico para todas y todos?