Como en muchas familias “aspiracionistas” hace décadas el tradicional viaje, el gran viaje familiar de vacaciones era Acapulco, un hermoso puerto lleno de vida. Playas limpias, visitadas por familias, muchos niños, el famoso vendedor de la “nieve de guanábana, la nieve” y esas dolorosas noches de quemaduras en la espalda aliviada con montones de húmeda y fría crema. Adolescencias de conocer discos e ir a la obligada Baby’O y compartir las mojarras preparadas por Rosita en Puerto Márquez para luego desafiar a la olas en Revolcadero. Años después llevar por vez primera a los hijos a conocer el mar y a aprender deportes acuáticos, llevarlos a ver la virgen sumergida y al burro de la Roqueta para terminar en el espectáculo de los clavadistas de La Quebrada.
Ir a Acapulco siempre fue y ha sido un privilegio, un regalo, por ello, y por ser parte de mi patria, duele lo que ocurre allá. A menos de un año de los destrozos de Otis, ahora John abre la herida y deja irreconocible al puerto y a 40 colonias bajo el agua. A eso se llama desgracia. Y el dolor se funde con el coraje al ver miles de niños duermen mojados, sin casa, sin comer y con frío. La solidaridad nacional retoma fuerza. Y en esta ocasión como en octubre pasado, se aplaude el liderazgo de la gobernadora Evelyn Salgado quien coordina esfuerzos federales y estatales para tratar de recuperar lo que la violenta naturaleza ha arrebatado. Entendemos que sería absurdo y fuera de tono condicionar la ayuda de acuerdo al partido político que gobierna en la zona. Eso es mezquindad.
La mandataria estatal no ha perdido tiempo en ambigüedades ni en torpezas. Por eso hay que apoyarla, porque se trata de nuestros hermanos acapulqueños. Evelyn mostró entereza al ganar espacios e inversiones luego de Otis. Contra corriente logró el Tianguis Turístico, el Abierto de Tenis, la Convención Nacional Bancaria…generó confianza e inversiones, abrió apoyos económicos para las familias afectadas.
Acapulco estaba respirando, recuperando turismo, reconstruyéndose. A once meses nuevamente la tragedia. Pero la experiencia ha ayudado. Se han fortalecido los protocolos de seguridad para evitará saqueos y rapiña, se procuran apoyos sanitarios urgentes, se convoca a urbanistas, a científicos, a técnicos para la rehabilitación del puerto. Sheinbaum se dispuso a ir a la Costa acapulqueña al segundo día de iniciado su mandato. Es buena noticia. Los esfuerzos deben estar coordinados y la fuerza ciudadana aprovecharla. Acapulco es de todos nosotros, le debemos una rápida respuesta. Veamos hasta dónde.