Enfoquémonos en lo importante

9 de Octubre de 2024

Carlos Moris
Carlos Moris

Enfoquémonos en lo importante

columna Carlos Moris

Hoy, México celebra la llegada histórica de su primera presidentA, un evento que debería ser motivo de orgullo. Pero enfoquémonos en lo importante: mientras algunos se empeñan en hablar de si le dio un beso en la mano a Manuel Velasco o si hizo algún ritual, la realidad de nuestro país es mucho más compleja y devastadora. Estas son solo distracciones, cortinas de humo que nos alejan de las verdaderas preocupaciones. Dejemos de lado las conversaciones banales, dejemos de discutir lo superficial y enfoquémonos en lo importante: México está viviendo uno de los momentos más críticos de su historia reciente, con problemas que afectan directamente a millones de ciudadanos.

Enfoquémonos en lo importante: la inseguridad. México está atravesando el sexenio más violento de su historia moderna. Con más de 90 asesinatos diarios, la violencia ya es insostenible. Veamos el caso de Sinaloa y la militarización del país, ejemplos claros de cómo el crimen organizado se apoderó de muchos estados. La Guardia Nacional, lejos de funcionar como una solución civil, ahora pertenece a la Secretaría de la Defensa Nacional, consolidando la militarización de la seguridad pública. Este modelo no ha detenido la violencia, sino que ha aumentado, incluyendo las cientos de violaciones a derechos humanos. Enfoquémonos en lo importante: la gente no se siente segura ni en sus propias casas. Los datos de la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE) 2024 son contundentes. A pesar de la promesa de pacificación del gobierno de López Obrador. La cifra negra sigue siendo alarmante, con un 92.4% de delitos no denunciados. Además, el 73.6% de la población se siente insegura, llegamos a 200 mil homicidios en el sexenio de López Obrador, siendo el más violento de la historia. Después de 18 años de militarización ya vimos que no funcionó y menos abrazar y pactar con criminales.

Enfoquémonos en lo importante: la democracia. La eliminación de nuestras instituciones democráticas es alarmante. Las reformas constitucionales aprobadas recientemente, como la que busca que los jueces, magistrados y ministros de la Suprema Corte sean elegidos por voto popular, con ello, enterrar la democracia mexicana junto con lo que queda de su frágil Estado de derecho. Esto, sumado a la eliminación de organismos autónomos como el Instituto Nacional Electoral (INE) y la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), nos coloca en un camino hacia el autoritarismo. El gobierno ha logrado concentrar el poder de manera peligrosa, y la promesa de continuidad de la nueva administración solo refuerza este escenario. Enfoquémonos en lo importante: la democracia en México está en riesgo, y sin instituciones fuertes e independientes, no hay garantías de derechos ni libertades para los ciudadanos, la justicia debe ser ciega y autónoma, pero con esta reforma, la maquinaria partidista podrá imponer jueces a modo, dejando abierta la puerta a la corrupción y la influencia de actores como el crimen organizado. Las decisiones judiciales, que deberían basarse en la ley y en la objetividad, podrían verse contaminadas por intereses externos.

Enfoquémonos en lo importante: la crisis de salud. Alrededor de 50 millones de mexicanos no tienen acceso a servicios de salud de calidad. Las promesas de un sistema de salud como el de Dinamarca quedaron en el aire, mientras millones de familias sufren las consecuencias de un sistema colapsado. La falta de medicamentos, atención especializada y hospitales bien equipados son problemas cotidianos. Enfoquémonos en lo importante: la crisis de salud en México es uno de los mayores desafíos que enfrenta el país. De acuerdo con el informe “Estadísticas de Defunciones Registradas (EDR) 2023" del INEGI, se registraron 794,739 defunciones, con una tasa de mortalidad de 615 por cada 100,000 habitantes. Las principales causas de muerte son enfermedades del corazón y diabetes. Estas cifras superan los promedios de la OCDE, destacando un grave problema de salud pública, especialmente agravado por factores como la obesidad y la mala alimentación.

Adicionalmente, la inversión en salud per cápita en México es de solo 1,181 dólares anuales, muy por debajo del promedio del G20, lo que limita la capacidad del sistema para responder a las necesidades de la población. La pandemia de Covid-19 expuso aún más las deficiencias del sistema de salud, y el gasto público durante el sexenio pasado fue insuficiente para mejorar las condiciones, con solo 6,207 pesos por persona. Enfoquémonos en lo importante: más de 50 millones de mexicanos no tienen acceso a servicios de salud de calidad, y el reto para el nuevo gobierno será monumental, especialmente sin los recursos necesarios para resolver esta crisis.

Lo importante es: la inseguridad, la democracia debilitada y la crisis de salud son los verdaderos retos que México enfrenta. Es momento de que el nuevo gobierno deje de lado las distracciones y enfrente los problemas de manera frontal. México no aguanta más promesas incumplidas; necesitamos acciones concretas que devuelvan la seguridad, la justicia y la dignidad a nuestra nación.

Si le va bien a Claudia, le irá muy mal a México. No podemos permitir que el futuro de nuestro país dependa de una sola persona, mucho menos de un proyecto político que ha demostrado su intención de destruir nuestras instituciones, de concentrar el poder y de someter a México a los intereses de unos cuantos. Nadie puede desear que le vaya bien a ningún político que busque socavar la independencia del Poder Judicial, extinguir los organismos autónomos o consolidar un régimen autoritario. Lo que realmente importa es que le vaya bien a México.

México es mucho más que sus políticos. Lo que necesitamos es un país donde las instituciones sean fuertes, donde el poder no esté al servicio de unos pocos, sino de todos los mexicanos. Nos corresponde a nosotros, como oposición, construir una alternativa real que represente a la ciudadanía. El resultado de las últimas elecciones nos dejó claro que estamos muy por debajo de lo que el pueblo de México merece. Si no nos reconstruimos, si no somos capaces de ser una verdadera opción que defienda a las instituciones y promueva el progreso del país, habremos fallado como oposición.

El futuro de México no puede depender de un político, debe depender de la solidez de sus instituciones y del trabajo colectivo de su gente.