Migración y la búsqueda de Libertad

8 de Enero de 2025

Elisabeth Maigler
Elisabeth Maigler
Magister Artium en Ciencias Políticas e Historia Moderna por las Universidades de Bonn y Potsdam en Alemania. Experta en Estrategia para el Desarrollo Sustentable. Actualmente es Directora de Proyectos para Centroamérica y Cambio Climático de la Fundación Friedrich Naumann para la Libertad.

Migración y la búsqueda de Libertad

Fundación Friedrich Naumann

El ser humano por naturaleza busca moverse en libertad, sin barreras que se lo impidan. El individuo busca también decidir con libertad en dónde quiere vivir. Sin embargo, en ocasiones, las personas deben migran por necesidad.

La migración con frecuencia se asocia a la búsqueda de libertad política –cuando quienes migran, huyen de regímenes autoritarios o gobiernos represivos y buscan refugio en otros países–, de libertad económica –cuando las personas migrantes dejan su país de origen en busca de mejores oportunidades laborales para incrementar su bienestar y el de su familia–, o bien, de libertad social –cuando se busca estar con familiares y comunidades que han migrado antes y cuando se debe huir de la discriminación.

Las condiciones marco en los países de origen frecuentemente son tan precarias y en consecuencia, la desesperanza de las personas es tan grande, que consideran migrar, sin importarles los riesgos a los que se exponen. Hablamos de condiciones insalubres durante el viaje que implican consecuencias para la salud personal, hablamos de su situación como personas indocumentadas que las hace vulnerables a los abusos de traficantes o autoridades, hablamos de discriminación y hostigamiento que enfrentan en las comunidades que cruzan a su paso, hablamos de muros y barreras físicas que encuentran en las fronteras entre países, hablamos de requisitos legales como los visados que dificultan una migración regular y hablamos, finalmente, de las detenciones en países de acogida que en muchos casos llevan a la deportación.

Cuando hablamos de deportación en estos días, pensamos de inmediato en las estrictas medidas que ha anunciado el electo Presidente Donald Trump. Si las deportaciones de migrantes latinoamericanos aumentan en la medida indicada por Trump, los países de origen enfrentarán grandes retos. Ya hoy países como Guatemala reciben prácticamente a diario de uno a dos aviones chárter con migrantes deportados. Son personas que regresan a su país de origen, pero no a una sociedad que les abrirá las puertas. Encontrar un empleo para generar ingresos, reintegrarse a la cultura local, a la sociedad y a su núcleo familiar –que muchas veces es ya demasiado pequeño o no existe más, debido a que toda la familia ha migrado– son factores de un escenario demasiado retador. Y no solo Guatemala, toda Centroamérica, México y otros países de América Latina hipotéticamente estarán recibiendo en el futuro a miles de compatriotas deportados. Acogerlos en los sistemas educativos y de salud y reintegrarlos al mercado laboral serán los desafíos principales, sumados a los que ya se tienen para que la población encuentre suficientes oportunidades y las personas ni siquiera tengan que pensar en la posibilidad de migrar. Solo mediante un trabajo conjunto entre autoridades, actores del sector privado, representantes de la sociedad civil y la academia pueden hallarse las mejores soluciones para crear sociedades abiertas y tolerantes, en las cuales las personas puedan explotar sus talentos y generar bienestar y libertad para sus familias. La migración debiera ser siempre solo una opción, no una necesidad. La búsqueda de la libertad y el alcanzarla debiera ser posible en cualquier parte del mundo, en primera instancia en el país de origen y, solo por decisión personal, más allá de las fronteras.