El 1 de octubre de 2024, fue uno de los días más importantes en la vida política-democrática de nuestro país, ya que tras la transición política, las múltiples figuras gobernantes y, como resultado de una lucha histórica por la igualdad de oportunidades para las mujeres, finalmente tomó el cargo presidencial una mujer. Pero… ¿cuál es la reflexión de este tema más allá del eco y el discurso político-partidista?
Este hecho no merece menos atención que la que está teniendo a través de todos los medios de comunicación masivos y, por supuesto, entre quienes nos rodean. Y es que para que podamos aterrizar un poco más este hito, vale la pena recordar que fue desde el año 1953 que a las mujeres se nos fue reconocido el derecho a votar y que fue en 1955 que las mujeres de esa época tuvieron la oportunidad de acudir a las urnas como ciudadanas con los mismos derechos que los hombres para incidir en los asuntos públicos.
De ahí que el día de ayer haya marcado una huella sumamente especial no solo en la trayectoria de la actual presidenta de México, en su partido político o en sus simpatizantes, sino también en la vida de todas aquellas mujeres que han luchado, desde sus trincheras, por abonar en el reconocimiento de nuestros derechos en condiciones igualitarias debido a que esta sucesión significa un avance que nos acerca a la creación de consciencia sobre la posibilidad que tiene una mujer de llegar a este cargo.
Con ello me quiero referir a que, a partir de este acontecimiento, veremos un cambio significativo en la definición y la connotación que adoptarán las palabras: PODER, PRESIDENCIA, GOBERNAR, POLÍTICA, pero, sobre todo: MUJER. Gracias a estas reflexiones encontraremos en el centro del discurso que las mujeres tendremos finalmente un referente real de las aspiraciones que, desde pequeñas, podemos construir y fortalecer para llegar a convertirnos en la persona que deseamos ser.
Hoy, la palabra PRESIDENTA, se ha puesto en alto en nuestro país y a nivel internacional. El impacto es impensable: ¿Cuántas niñas aspirarán ahora a ser presidentas? ¿Cuántas niñas se verán motivadas al escuchar a una mujer desde el cargo presidencial? ¿Cuántas mujeres comenzarán a creer en sus capacidades y en su liderazgo personal? ¿Cuántas dejarán de subestimar sus habilidades? Las respuestas jamás las sabremos, sin embargo, considero necesario que desde la posición en la que nos encontremos impulsemos esta creencia que tanto valor tiene de frente a una sociedad que, desde sus raíces, ha sido excluyente de las mujeres en la vida pública.
Por estas razones, México ha hecho eco en los movimientos feministas. Hemos luchado por que nuestras voces se escuchen. Por que tengamos las mismas posibilidades que los hombres para progresar. Por que vivamos en libertad y autonomía. Pero, lo más importante: POR QUE NUESTRA PRESENCIA SE VALORE Y SEA EJERCIDA EN DIGNIDAD. México se sigue acercando más a la realidad que todas anhelamos. Un país en el que las mujeres nos veamos representadas. Un país más igualitario.