México entre China y Estados Unidos

13 de Enero de 2025

Pablo Reinah
Pablo Reinah
Periodista con 28 años de experiencia en televisión, radio y medios impresos. Ganador del Premio Nacional de Periodismo 2001, ha trabajado en Televisa, Grupo Imagen y actualmente conduce el noticiero meridiano en UNOTV. Ha colaborado en medios como Más por Más, Excélsior y Newsweek. Es autor del libro El Caso Florence Cassez, mi testimonio y asesor en medios de comunicación.

México entre China y Estados Unidos

Pablo Reinah columnista

México enfrenta un riesgo latente que podría tener graves consecuencias económicas: quedar fuera del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). Uno de los puntos de tensión es la exportación de productos chinos etiquetados como mexicanos. Esta práctica, derivada de la creciente influencia comercial de China en el país, no sólo pone en peligro los acuerdos comerciales con nuestros socios del norte, sino que también agrava problemas internos como la evasión fiscal, la explotación laboral y la competencia desleal.

En los últimos años, los comerciantes chinos han consolidado su dominio en sectores clave del comercio en la Ciudad de México. Sus macroplazas, bodegas y tiendas al por mayor no sólo se han convertido en puntos neurálgicos del mercado, sino también en ejemplos de un modelo económico basado en prácticas cuestionables. Según el Instituto Nacional de Migración, los ciudadanos chinos son los principales beneficiarios de tarjetas de residencia en México, lo que ha facilitado su integración en el ámbito empresarial.

Detrás de esta expansión, sin embargo, se esconden serias irregularidades. Estas macroplazas emplean a migrantes ilegales de países como Honduras, Venezuela y Colombia, quienes trabajan sin derechos laborales y reciben pagos exclusivamente en efectivo. Por otro lado, las ventas en estos establecimientos se realizan sin facturación y solo aceptan efectivo, dificultando el monitoreo fiscal y fomentando la evasión de impuestos.

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Estas prácticas forman parte de una estrategia más amplia, respaldada por el gobierno chino, que incluye contrabando desde sus puertos y la falta de apego a reglas fiscales internacionales. Al operar al margen de las regulaciones, estos comerciantes consiguen reducir costos de manera significativa, lo que les permite ofrecer precios bajos y desplazar a pequeños y medianos empresarios locales.

A pesar de las preocupaciones, el gobierno de Claudia Sheinbaum ha apostado por fortalecer los lazos con China. La administración de la presidenta busca profundizar la relación bilateral como una alternativa frente a las tensiones con Estados Unidos. Este acercamiento con el gigante asiático, presentado como una estrategia para diversificar socios comerciales, contrasta con las preocupaciones internas y externas sobre las prácticas irregulares de los comerciantes chinos en México.

Por otro lado, la postura de Sheinbaum hacia Estados Unidos también ha sido firme. Ante las amenazas de Donald Trump de imponer más aranceles a las exportaciones mexicanas, Sheinbaum declaró que, de concretarse estas medidas, su gobierno respondería de manera equivalente. Esta respuesta refleja un tono de desafío en las relaciones comerciales, pero podría aumentar la incertidumbre económica en un contexto donde México depende en gran medida del comercio con su vecino del norte.

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Mientras las autoridades mexicanas permiten que estas prácticas persistan, el país se enfrenta a una doble amenaza: perder credibilidad ante sus socios del T-MEC y continuar erosionando su economía interna. Al mismo tiempo, la apuesta por China, aunque estratégicamente relevante, plantea preguntas sobre si los beneficios compensan los riesgos.

La solución pasa por implementar controles efectivos, regular las operaciones de los comerciantes chinos y proteger a los empresarios locales. Además, México debe equilibrar sus relaciones internacionales, evitando tensiones innecesarias con Estados Unidos y garantizando que el comercio con China no se traduzca en prácticas que perjudiquen la economía nacional. Si no se actúa con visión y determinación, México podría pagar mañana un precio muy alto por las decisiones que se tomen hoy.