1.
La amenaza de imponer aranceles de 25% a México y Canadá, así como 10% adicional al China, pausada por un mes en el caso de los países socios en el acuerdo trilateral de comercio, está a punto de ser aplicada o no, dependiendo de la evaluación que al respecto haga el “tío Trump”. Como sucediera hace seis años, nuestro país ha cumplido las exigencias impuestas para evitar el ramalazo, evitando engancharse en la lesiva retórica imperialista, adoptando medidas cuasi extraconvencionales para mostrar disposición a cooperar en materia migratoria (tanto contención como recepción de migrantes), combate al narco y al tráfico de fentanilo, desplegando 10 mil efectivos de la Guardia Nacional en la frontera norte con esa finalidad, y mejorando algunas restricciones comerciales previas, como ha sido la del maíz transgénico, del que los Estados Unidos disponen en gran cantidad. En el pasado, el presidente Trump se ha ufanado de la compra por México de grandes cantidades de maíz (pronto también de frijol y cárnicos), en beneficio de los granjeros estadounidenses.
PUEDES LEER: Todos perderemos
2.
La pausa de un mes, que terminará mañana 4 de marzo (o el 2 de abril, o después) dará pie a que en Estados Unidos se realice una evaluación de cumplimiento, algo así como la certificación que antaño hacía el Congreso en materia de seguridad, pero ahora realizada por la administración Trump a toda la relación bilateral. La presidenta Sheinbaum ganó tiempo, logró se instalaran las mesas de trabajo solicitadas entre equipos de alto nivel para establecer cauces a la cooperación, en tanto que la administración Trump sigue extremando su postura. Mediante órdenes ejecutivas puede aplicar el arancel general del 25% cuando quiera; está la declaratoria de los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas, definidos cinco de ellos por el Departamento de Estado y la oficina de la Abogada General, Pam Bondi, quien reiteró la orden a las agencias para que consideren y traten a los cárteles mexicanos y sus integrantes como organizaciones terroristas, aplicándoles el máximo previsto en las leyes, incluida la pena de muerte.
3.
La frontera se ha militarizado por ambos lados, con más elementos del Ejército del lado estadounidense y con más Guardias Nacionales del nuestro; se ha reanudado la edificación del muro fronterizo y reforzado en algunos tramos y en el Río Bravo se están estableciendo boyas y barreras antipersonales. Entretanto, las redadas continúan con lujo de rudeza mediática y se están deteniendo un promedio de 500 migrantes diarios, de los cuales unos 300 son mexicanos, y que se han ido repatriando paulatinamente (van unos 16 mil hasta el momento). No se ve aún la escala masiva anunciada, pero sí la intensidad publicitaria que ha desatado cierta sicosis en los Estados Unidos, inhibiendo a los connacionales a ir a sus trabajos o escuelas ante el riesgo de deportación automática. No se sabe aún si México aceptará ser “tercer país seguro”, como lo hizo Guatemala, circunscribiéndose por lo pronto a recibir a los repatriados mexicanos con el programa de “México te abraza”. Aún los refugios establecidos en los puntos fronterizos lucen con poco aforo, pues los migrantes reciben inmediatamente apoyos, traslados y ofertas de empleo.
PUEDES LEER: Europa resistirá a Trump
4.
En materia de seguridad pública, finalmente el titular de la SSPC, Omar García Harfuch, declaró el fin de la política de “abrazos, no balazos” y anticipa mayor eficacia en el combate al crimen organizado, estableciendo controles y operativos internos que, dice, han reducido los homicidios, incautado más fentanilo, destruido cientos de laboratorios y capturado a más de mil operadores y generadores de violencia, si bien aún están por caer los peces gordos.
5.
El gobierno mexicano está cumpliendo su parte, pero es claro que la administración Trump habrá de ponderarlo y decidir lo concerniente. Es de esperar que prive la racionalidad para evitar un golpe innecesario a las economías de América del Norte.