Los imperdonables

14 de Octubre de 2024

Enrique Lazcano
Enrique Lazcano
Periodista con más de 35 años de carrera. Conocido por conducir espacios informativos en Radio y Televisión. Es presidente fundador de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión A.C. Premio México de Periodismo Ricardo Flores Magón 2022.

Los imperdonables

Enrique Lazcano

En 1992, el 7 de agosto, se estrenó en Estados Unidos la cinta Los imperdonables, película dirigida por Clint Eastwood y protagonizada por Gene Hackman y Morgan Freeman. La película fue un éxito y obtuvo la estatuilla del Óscar.

Sin embargo, hay otros imperdonables, que no son personajes de ficción.

Los seres humanos tenemos la capacidad de recordar, que no es otra cosa que la posibilidad de no olvidar. En estos tiempos que han transcurrido en nuestra nación, se hace no solo necesario, sino obligatorio, recordar algunos episodios que vivimos como sociedad.

Le voy a dar algunos datos para que no olvidemos. ¿Se acuerda usted de “El cubrebocas da una falsa sensación de seguridad” o de aquellas otras: “El cubrebocas sirve para lo que sirve y no sirve para lo que no sirve”?

Sin mencionar la joya de la corona de aquellas declaraciones: “Más de 60 mil muertos sería muy catastrófico”. Pocas cosas son tan perdurables en el recuerdo como la muerte de alguien cercano.

Sería tonto responsabilizar al autor de esas frases por los 800 mil fallecimientos por Covid. Sin embargo, su actuación como el encargado de lidiar con la pandemia dejó mucho que desear. No hablo solo de la información que lo ubicaba en una playa ni de la otra que lo situaba en una colonia de la Ciudad de México, con el agravante de que se sabía públicamente que tenía Covid, y no solo estaba en la calle, sino que lo sorprendieron sin cubrebocas.

›La lista podría ser larga, pero el espacio es corto. La negativa a vacunar a menores. “Yo no voy a vacunar a mis nietos”, diría el evanescente secretario de Salud de aquellos tiempos. Como en un torneo de declaraciones fallidas, López-Gatell afirmaría que la fuerza del presidente era moral, no de contagio, como si un ser humano —por más que fuera presidente— pudiera escapar a voluntad de la posibilidad de un contagio.

No podría dejar de lado la que, en mi opinión, es la declaración más desafortunada de este galeno. Para nadie es una sorpresa que en la anterior administración se vivió una durísima escasez de medicamentos.

No pocos de estos eran para padecimientos crónicos o, de plano, de vida o muerte. Es el caso de los niños con cáncer. Hay que recordar, y nunca olvidar, lo declarado en un programa de televisión por este hombre, cuando se refería a la exigencia de medicamentos y tratamientos de los padres para sus pequeños enfermos como una narrativa “golpista”.

¿Hasta dónde un cargo político puede endurecer la palabra y, lo que es más doloroso, el corazón? Ese imperdonable, que también es innombrable, nos mostró una nueva frontera en ese sentido.