La prioridad desde el primer día en que el republicano regrese a la Casa Blanca será restablecer las políticas de control fronterizo que desmanteló el gobierno de Joe Biden. Todos los diablos alrededor de Trump tienen esa fijación: parar la inmigración. Bajo este objetivo se plantean iniciativas que minan el Estado de Derecho, que disuelven la separación de poderes, eliminan la división entre la Iglesia y el Estado y socavan drásticamente las libertades civiles.
1ER TIEMPO:
El más radical, sobrevive. A principios de abril de 2019, Kirstjen Nielsen renunció a la Secretaría de Seguridad Territorial en el primer gobierno de Donald Trump. Había estado sometida a una fuerte crítica dentro de la Casa Blanca y un acoso político desde el interior del gobierno, en donde había varios funcionarios radicales que no les gustaba la forma en que estaba llevando las cosas en la frontera con México. Trump le había dicho que cerrara las fronteras con nuestro país y que dejara de aceptar personas que pedían asilo político. Nielsen se opuso porque consideraba que no era ni efectivo, ni apropiado. La medida unilateral era demasiado agresiva, pero perdió. El presidente le pidió su renuncia y ella accedió.
Perdió la parte moderada del gobierno estadounidense y perdió México, porque el vacío iba a ser llenado por los halcones y radicales en el entorno de Trump, en particular de Stephen Miller, un operador político y mediático radical, que estaba convertido en el principal asesor político del presidente en materia de migración, y era uno de los principales críticos de Nielsen, de quien afirmaba que no daba resultados. La secretaria era dura, pero no un halcón, que era lo que estaban exigiendo que fuera. Su salida preocupó en las áreas más sensibles del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, porque no sabían quién estaría a cargo de mover los hilos de la política migratoria.
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Lo supieron rápido. La batalla en la Casa Blanca la ganó Miller, quien expandió su influencia y se convirtió, de facto, en el zar migratorio. Cinco días antes de la renuncia de Nielsen, Miller anticipó indirectamente lo que iba a suceder en una entrevista con el portal conservador Daily Caller, donde adelantó que habría un “agresivo esfuerzo para utilizar a cada autoridad” para que redujeran la migración indocumentada. Estaba comenzando el endurecimiento de la política migratoria, y todos los que no eran radicales, estorbaban. Nielsen renunció y Trump retiró el nombramiento de Ronald Vitiello, a quien había propuesto Nielsen para encabezar la Oficina de Aduanas y de Inmigración, porque necesitaba implementar, dijo, una política “más dura”.
Cinco meses después, México sufrió la primera consecuencia. El gobierno de López Obrador fue obligado a aceptar el Programa Permanecer en México, mediante el cual serviría de estación de paso para los migrantes que pidieran asilo en Estados Unidos, mientras duraba el proceso, sin importar lo que tardara, a cambio de no poner aranceles. La estrategia de Miller terminó ganando, y ahora seguirá siendo el diablo que encienda las pasiones de Trump contra México en la Oficina Oval.
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2DO TIEMPO:
La otra naranja del diablo. En la vorágine de los días siguientes a la nueva victoria de Donald Trump en la Casa Blanca, uno de sus principales consejeros, Jason Miller, le declaró a la cadena de televisión CNN que la prioridad el primer día en que regrese a la Casa Blanca será restablecer las políticas de control fronterizo que desmanteló el gobierno de Joe Biden. Todos los diablos alrededor de Trump tienen esa fijación: parar la inmigración. Y en el centro de este frenesí se encuentra Tom Homan, que fue policía durante 34 años, luego agente fronterizo, y después agente especial que investigaba a las organizaciones criminales que operaban en la frontera con México. Trump lo nombró director adjunto de la oficina de Inmigración y Aduanas, conocida como ICE, durante la última parte de su administración.
Homan hizo pareja con Stephen Miller, el fanático trumpista y una de las figuras más antimexicanas que acompañarán a Trump en su siguiente cuatrienio. Homan y Miller fueron quienes diseñaron la controvertida política de dividir a las familias de migrantes indocumentados, y separaron a más de cinco mil menores migrantes de sus padres. Fue una crueldad que llevó a la reportera del programa 60 Minutes de la cadena de televisión CBS, Cecilia Vega, a preguntarle en una entrevista, “¿hay alguna forma de llevar a cabo las deportaciones masivas sin separar familias?”. Homan respondió de inmediato: “Por supuesto que la hay; las familias pueden ser deportadas juntas”.
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Esa política que diseñó e instrumentó Miller, se le llamó de “tolerancia cero”. Definía también al exdirector de ICE, que ordenó redadas contra empresas y negocios que emplearan indocumentados —barrió 98 tiendas de 7-Eleven en 17 estados—, aumentó el número de agentes de migración en estados “santuario” de migrantes mediante retenes rutinarios para detectar indocumentados, y llegó al extremo de cazar migrantes que acudían a los tribunales, como una mujer indocumentada que fue a presentar una denuncia de violencia familiar en la Corte de El Paso, donde tras acudir, la detuvieron y la deportaron a México. Homan es uno de los más rabiosos enemigos de la migración en la arena pública y presume que solo en 2017, logró aumentar en 40% el número de deportados con sus draconianas medidas para enfrentar lo que inventó Trump, “la invasión” desde México. Él se encargó de hacerlo un concepto en las salas de las casas de los estadounidenses.
Homan viene de regreso al gobierno. Trump repitió por meses que si ganaba la elección, “estaría a bordo” en la nueva administración.
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3ER. TIEMPO:
El nido de pensamiento radical. En las faldas del monte sobre el cual se levantan el Capitolio, la Biblioteca del Congreso y la Suprema Corte, se encuentra la Fundación Heritage, el tanque de pensamiento conservador más influyente en Estados Unidos, en donde el radicalismo del movimiento trumpista encontró su espacio para producir un mamotreto de más de 900 páginas llamado “Mandato de Libertad”, que es el mapa de navegación del Proyecto 2025 que se elaboró para Donald Trump pensando en su segundo mandato en la Casa Blanca. Esta organización, con más de 50 años de vida es presidida por Kevin Roberts, una de las voces de derecha más escuchadas en Washington, que trabajó en el equipo de transición de Trump en 2016 y fue uno de los principales promotores para descarrilar la elección presidencial en 2020.
Decenas de expertos trabajaron en el amplio documento que reorganiza y reestructura al gobierno mediante la demolición de la democracia. Plantea iniciativas que minan el Estado de derecho, que disuelven la separación de poderes, eliminan la división entre la Iglesia y el Estado y socavan drásticamente las libertades civiles. El año pasado, uno de sus profesores visitantes fue Tom Homan, director adjunto de ICE en la última parte de la primera Administración de Trump, y uno de los asesores para la redacción del capítulo sobre migración que escribió Ken Cuccinelli, otro de los funcionarios más radicales del gobierno trumpista que ocupó la subsecretaría de Seguridad Nacional.
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Cuccinelli es más ideológico que buen abogado, pero tiene gran influencia sobre Trump. Es uno de los principales funcionarios dedicados a declarar la guerra transnacional a los cárteles de las drogas, que es una iniciativa que ha abrazado Trump con vehemencia. “Los cárteles son brutalmente violentos, infligen violencia tanto contra la gente y el gobierno de México, y operan con relativa impunidad en la frontera con Estados Unidos”, escribió a finales de 2022. “Aunque ha habido intentos en el pasado para acabar con la militancia de los cárteles, el gobierno de México ha sido incapaz o no ha querido acabar con esas cadenas narcoterroristas que permean en el norte y el centro de su territorio, e influyen en los gobiernos locales y federal.
Es una molesta realidad que un número significativo de funcionarios del gobierno estén bajo la influencia o en la nómina de los cárteles”, puntualizó. Cuccinelli es el gran crítico del gobierno de Biden por haber llevado la frontera con México “al caos, el desastre y la muerte”, que es lo que también dijo Donald Trump que empezará a resolver desde el primer día de su nuevo gobierno.