“Produce una inmensa tristeza pensar que la naturaleza habla mientras el género humano no la escucha.”
El pasado 22 de noviembre concluyó la 29 Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2024 (COP29), durante dos semanas, entre 40,000 y 50,000 representantes gubernamentales de todos los Estados miembros de la ONU, personal diplomático, periodistas, personal científico especializado en el clima y experto en políticas públicas; sostuvieron pláticas, intercambiaron planes y acordaron acciones para hacerle frente a uno de los retos más significativos de nuestra actualidad: el cambio climático.
En diversos medios de comunicación, el comentario generalizado ha sido que esta edición, aparentemente, no cumplió con las expectativas y a pesar de la urgencia que implican los efectos generados por el calentamiento global, aún se está muy lejos de lograr los acuerdos que nos permitan enfrentar esta problemática.
Uno de los puntos que más se ha mencionado es el consenso con respecto al establecimiento de 300 mil millones de dólares anuales hasta el 2035, recursos que vendrán de los países desarrollados y les permitirá a aquellos que apenas están en vías de desarrollo reducir los impactos del cambio climático.
PUEDES LEER: ¿Aún hay analfabetismo digital?
Pero, desafortunadamente, aunque la preocupación es patente, el compromiso al parecer no lo es tanto, incluso de convenio con datos del Foro Económico Mundial se menciona que faltaron resoluciones en el Programa de Trabajo de Mitigación, que busca elevar las metas de mitigación al cambio climático; en el Balance Mundial (GST, por sus siglas en inglés), es decir, la evaluación del progreso global en acción climática; ni en el fondo de pérdidas y daños, dirigido a asistir a los países que sufren desastres asociados al cambio climático.
Este último punto es de una relevancia considerable, no quiero decir que los otros no lo sean, pero en información de la institución antes mencionada, incluso más que afectar a las economías, las pérdidas de cultivos y ganado por catástrofes tienen efectos en cascada sobre la seguridad alimentaria, la salud, el agua y el medio ambiente, especialmente en las comunidades rurales vulnerables.
Pero, además, se tiene que reconocer que las catástrofes son cada vez más constantes y fuertes, en 2021 la OMM publicó el Atlas de la OMM sobre mortalidad y pérdidas económicas debidas a fenómenos meteorológicos, climáticos e hidrológicos extremos en éste se menciona que en América del Norte, América Central y el Caribe se registraron 1 977 desastres, 74 839 víctimas mortales y pérdidas económicas por valor de 1,7 billones de dólares. En los últimos 50 años, esa región ha sido testigo del 18 % de los desastres de naturaleza meteorológica, climática e hidrológica acaecidos a escala mundial.
PUEDES LEER: El creciente escenario de violencia
Lo anterior deja en evidente desventaja a los agricultores y sin apoyo podríamos correr una grave amenaza con respecto a la suficiencia alimentaria; es así que la inversión también debe enfocarse en la posibilidad de acceder a adecuada tecnología, semillas mejoradas, formación y sobre todo en proyectos que ayuden a una rápida resiliencia.
Es innegable que el cambio climático influye en los fenómenos meteorológicos; las olas de calor, las inundaciones, las sequías y el estrés hídrico se traducen en golpes directos a la agricultura y hasta el momento, a pesar de ser una de las áreas más afectadas pareciera que se encuentra lejos de convertirse en una prioridad.
Habrá que hacer aún muchos estudios y análisis, los cuales, por supuesto deberán contemplar evaluaciones minuciosas para hacer aseveraciones sobre el posible fracaso o éxito de eventos como la Conferencia de la semana pasada; sin embargo, de lo que sí podemos estar ciertos es que la voluntad política y los trabajos mancomunados es esencial no sólo para mejorar nuestra comprensión de los daños sino para realmente hacerles frente con estrategias, porque de continuar así, llegaremos a un punto de no retorno. Esto es por el bienestar y prosperidad de todos. Ojalá lo entendieran así las instancias gubernamentales.