Dentro de las agresiones que en todo el mundo estamos sufriendo por las diatribas diarias del felón Trump, hay una que está creciendo en su propio país: la clara oposición que tanto él como su vicepresidente, J.D. Vance, han manifestado durante años hacia las universidades y la ciencia en general, una postura que ahora han acentuado.
De los dos, el que más se ha distinguido en esta lucha es Vance. Se graduó con los máximos honores (summa cum laude) en Ciencias Políticas y Filosofía en la Universidad Estatal de Ohio; más tarde, con una beca casi completa, estudió Derecho en Yale.
Elegido senador por Ohio, se ha destacado por sus posiciones reaccionarias, oponiéndose al matrimonio igualitario, al aborto, al control de armas y a la inmigración, a pesar de que sus suegros son originarios de la India.
Vance se hizo famoso con su libro Hillbilly Elegy, publicado en 2016, donde sostenía que la educación es la clave de las oportunidades y relataba cómo la educación superior le ayudó a salir de la pobreza. Sin embargo, algo cambió en 2021, cuando en una célebre conferencia del Conservadurismo Estadounidense tituló su discurso “Las universidades son el enemigo”. Desde entonces, su postura ha sido cada vez más agresiva.
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En su primera campaña para el Senado declaró que las universidades están dedicadas “al engaño y las mentiras, no a la verdad”. En otras ocasiones ha afirmado que, si se quiere hacer algo bueno por el país, es necesario atacar agresivamente a las universidades.
Con estos antecedentes, no es de extrañar que Trump haya propuesto la eliminación del Departamento de Educación, para lo cual ha designado a una persona cuyo principal antecedente es haber sido presidenta del organismo mundial de lucha libre profesional (WWE, por sus siglas en inglés).
Ambos están en contra del actual sistema de acreditación, el cual supervisa los programas educativos y el otorgamiento de becas en las universidades. Trump justifica esta postura alegando que estas instituciones están dominadas por “marxistas maniáticos y lunáticos”. Quieren eliminar de las universidades y del país la política conocida como DEI (Diversity, Equity, and Inclusion), que promueve la diversidad, la equidad y la inclusión.
Esta postura está respaldada por el denominado Project 2025, impulsado por la fundación de derecha Heritage, que propone, entre otras medidas, eliminar el programa de condonación de la terrible e impagable deuda estudiantil impulsado por el expresidente Biden, así como reducir o eliminar las visas para estudiantes provenientes de “naciones enemigas”, sin especificar cuáles. No toman en cuenta que estos estudiantes extranjeros pagan cuotas completas en las universidades que los aceptan.
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Asimismo, buscan elevar del 3% al 35% los impuestos a donantes a los fondos patrimoniales de las universidades, bajo el lema de “hacer que los bachilleratos y las universidades sean sanos y asequibles”.
Todo esto ha generado gran preocupación en la comunidad académica. En agosto pasado, el presidente de la Asociación Americana de Profesores Universitarios (AAUP, por sus siglas en inglés), Todd Wilson, declaró a los medios: “Nos encontramos en un momento crucial para el futuro de la educación superior. No podemos dejar que los fascistas avancen. Es momento de luchar”. Sin embargo, no fue suficiente, y los fascistas ganaron.
Tras las elecciones, el presidente de la AAUP ha hecho un llamado urgente a las universidades, su personal administrativo, estudiantes y profesores para que se organicen ante la crisis que se avecina y la embestida del gobierno contra la libertad académica.
Las Instituciones de Educación Superior en Estados Unidos están en un momento crítico. Esperemos que la reacción de la comunidad académica logre frenar la increíble embestida del felón y socios.
