La violencia continúa imparable

20 de Marzo de 2025

Simón Vargas
Simón Vargas

La violencia continúa imparable

simon vargas
“El mundo no será destruido por aquellos que hacen mal, sino por aquellos que observan sin hacer nada”.
Albert Einstein

A pesar de los esfuerzos por parte de las instituciones de seguridad y procuración de justicia para enfrentar al crimen organizado, lamentablemente, la violencia continúa imparable y cobrando la vida de innumerables personas. El descubrimiento del rancho en Teuchitlán conmocionó a la sociedad; sin embargo, a esto habrá que sumar la masacre del pasado fin de semana.

La noche del domingo un grupo de hombres armados arribaron a bordo de camionetas y abrieron fuego contra las personas que se encontraban reunidas en una cancha deportiva de la comunidad San José de Mendoza, municipio de Salamanca, Guanajuato.

En este terrible acto fallecieron siete jóvenes los cuales formaban parte de la Pastoral Juvenil de la Diócesis de Irapuato, incluso ésta a través de sus redes sociales emitió un mensaje donde lamentan los dolorosos hechos ocurridos, además de que piden que se haga justicia ante los acontecimientos que están pasando en todo el país.

El aterrador atentado impacta por la osadía y el descaro con que fue perpetrado, de acuerdo con algunos medios de comunicación se reportaron más de 50 casquillos de arma larga y se menciona que los disparos impactaron contra la fachada de la iglesia y dañaron paredes y ventanas de viviendas cercanas, pero además también resultaron heridas otras nueve personas, entre ellas un niño de nueve años.

Lo he mencionado en anteriores colaboraciones y es que, aunque si bien es cierto que ningún homicidio es más o menos importante, ya que toda vida debe ser defendida por sobre todas las cosas; es lacerante observar la manera en la que niños y jóvenes están siendo no sólo cooptados por el crimen organizado sino también la forma en la que están sufriendo las consecuencias de un tejido social cada vez más desgastado y carente de principios y valores.

No olvidemos que el pasado febrero un joven jornalero de 15 años perdió la vida al activar una mina terrestre en el municipio de Buenavista Tomatlán, Michoacán al ingresar al huerto de limones donde laboraba. Este tipo de artefactos son colocados por el crimen organizado con la finalidad de aterrorizar a la población y evitar que grupos rivales crucen por estos territorios, aunque lamentablemente, los principales afectados son los civiles, quienes enfrentan las devastadoras consecuencias.

Las cifras son impactantes, de acuerdo con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública tan sólo en enero y febrero se han reportado 6,414 homicidios de estos 2,785 han sido con arma de fuego; y con relación a Guanajuato y Michoacán de Ocampo se tienen registrados 782 y 420 respectivamente.

Hemos escuchado en múltiples ocasiones el argumento de que los homicidios se deben a un vínculo con el crimen organizado, pero con respecto a los jóvenes del pasado domingo o los cientos de niños que han salido heridos ¿qué se dirá que ellos? ¿También se dirá que estaban involucrados con el crimen y por eso los mataron?

La crueldad con que los criminales actúan estremece a la sociedad entera, podríamos enlistar muchos actos que han impactado a la sociedad, y es que la violencia e inseguridad continúan alcanzando niveles críticos y la sociedad se encuentra preocupada y temerosa, pero sobre todo las instituciones han mostrado una casi nula empatía por las víctimas y los familiares.

Los homicidios, las desapariciones, los feminicidios y en general el aumento de la violencia se han convertido en una crisis más para nuestro país; pero además con tristeza también hay que reconocer que vivir en un contexto de agresiones y crueldad nos ha insensibilizado al dolor, e incluso de alguna manera ha hecho que “normalicemos” los actos crueles que realizan los delincuentes.

Es cierto que la seguridad depende de las instituciones gubernamentales, pero también hay que reconocer que como sociedad tenemos responsabilidad por lo que debemos hacer esfuerzos para reestructurar el tejido social.