Desde que tengo memoria, todos los exámenes que me han tocado presentar me han significado esfuerzo y sacrificio. Hablo desde los más elementales en mi educación primaria y secundaria hasta los profesionales, pasando por mi certificado de locución y un modesto posgrado. Para todos hubo un tiempo de trabajo y dedicación.
Nuestro país está innovando con una fórmula para seleccionar a los próximos juzgadores, hombres y mujeres que llevarán la enorme responsabilidad de decidir en algún momento sobre la vida, la familia, la empresa y un largo etcétera de quienes, por alguna circunstancia, se encuentren en el terreno judicial. ¡Qué carga tan grande, qué reto tan difícil!
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Hace apenas unos días, en un caso que se volvió muy mediático, una jueza decidió sobre la acusación de un joven de los llamados influencers, que había golpeado de forma bárbara a una mujer, resolviendo el tema con una sentencia de más de 17 años. El caso dividió opiniones. Sin embargo, la brutalidad del hecho se correspondió con la pena. En el fondo, la jueza decidió sobre una circunstancia en específico, haciéndolo con seguridad, con base en sus conocimientos del derecho y con un criterio jurídico.
›Hace un par de días, el Senado de la República tuvo que realizar una suerte de insaculación de quienes buscan alcanzar una responsabilidad en el Poder Judicial, como jueces, magistrados o ministros. Parte del proceso se llevó a cabo a través del factor suerte. Sí, recuerdo que Jacobo Zabludovsky decía: “La suerte sale a caminar a las 6 de la mañana”, en clara referencia a que la suerte es un factor que se alcanza a través del trabajo.
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Juzgar es una de las responsabilidades más importantes en cualquier sociedad. Muchas culturas daban esta responsabilidad a los senectos, es decir, a los más viejos, entendiendo que un valor fundamental para poder juzgar a alguien es la madurez y la experiencia. No conozco la trayectoria de quienes pretenden alcanzar una responsabilidad en este sentido. Sin embargo, tengo dos hijos abogados. Alberto y Diego se esforzaron extraordinariamente para cumplir su sueño de convertirse en licenciados en Derecho.
Ellos están profesionalmente lejos de la circunstancia en que se encuentran muchos abogados que buscan un lugar en esa soberanía que es el Poder Judicial. Sabedor del esfuerzo que implica alcanzar un título universitario como abogado, solo deseo que sus esfuerzos y capacidades no los decidan, en algún momento de su vida profesional… ¡UNA TÓMBOLA! .