La turbulencia que viene del Norte

18 de Diciembre de 2024

Juan Antonio Le Clercq
Juan Antonio Le Clercq

La turbulencia que viene del Norte

Le Clercq

La renuncia de Chrystia Freeland al gabinete del primer ministro canadiense Justin Trudeau, pone en evidencia la fragilidad que va a caracterizar a las relaciones diplomáticas en América del Norte. No es casual que el presidente electo Trump se haya expresado en forma tan despectiva de quien fungió como negociadora del T-MEC por parte de Canadá y tiene amplia experiencia negociando con el equipo de Trump. Los nubarrones de tormenta son muy negros y la salida de Freeland implica que cualquier negociación con México y Canadá dependerá de la disposición que tengan para hacer de inmediato lo que pida su contraparte estadounidense.

Es indudable que México enfrenta un escenario mucho más incierto que Canadá, particularmente porque la negociación con el gobierno de Trump involucra una agenda simultánea altamente compleja. En forma poco estratégica, México y Canadá han decidido avanzar por el camino de las recriminaciones y la desconfianza mutuas, en lugar de articular un frente común para mejorar su capacidad negociadora. Con mucha ingenuidad Canadá ha pensado que puede mejorar su posición atacando a México y proponiendo separarlo del T-MEC, no entienden que no entienden el tipo de figura política que van a tener que enfrentar en los Estados Unidos.

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El diálogo bilateral y las perspectivas de la futura renegociación del T-MEC estarán marcados por la amenaza permanente de sanciones comerciales si México no instrumenta una política agresiva de contención migratoria y sellado de la frontera norte. En este sentido será difícil encontrar aliados entre demócratas y republicanos en el Congreso. A lo cual se sumarán exigencias de apoyo logístico y responsabilidad compartida para atender a los cientos de miles de personas que pueden llegar a ser deportadas hacia nuestro país a partir de enero.

De igual forma, el gobierno mexicano estará obligado a realizar operativos agresivos contra los cárteles de la droga, arrestos y decomisos significativos cada vez que lo exija el gobierno estadounidense. A lo que se sumará la demanda de más acciones para detener la venta de productos chinos en México y evitar su acceso al otro lado de la frontera.

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La fragilidad económica de nuestro país, dependiente de la relación comercial bilateral, a pesar de lo que algunos discursos nacionalistas nos quieren hacer creer, se multiplica ante la espada de Damocles de las calificadoras internacionales y ante la incertidumbre que perciben los inversores luego de las reformas al Poder Judicial y los órganos constitucionales autónomos.

El gobierno mexicano ha entendido la gravedad de la amenaza y con sus operativos ha mandado señales que para demostrar su disposición de para endurecer sus políticas de migración, seguridad y contra la piratería de origen chino. Apaciguar, demostrar voluntad y tragar sapos incorporando a los negociadores del peñanietismo parece ser el centro de la estrategia mexicana ante el riesgo de sanciones comerciales y la incertidumbre en la futura renegociación del T-MEC. La pregunta es hasta dónde es nacionalmente viable una estrategia centrada en satisfacer los caprichos y demandas que vienen del Norte. Nos esperan al menos cuatro años de turbulencias bilaterales muy agresivas.