1.- Para México, hay una sensación de que “la libramos” al no haberse incluido al país ni a Canadá en la tunda arancelaria impuesta por el presidente Donald Trump a todo el mundo, en supuesto respeto al actual Acuerdo Trilateral de Comercio (el TMEC), no obstante lo cual subsiste el maltrato aplicado para contener migración y fentanilo, así como aquellos aranceles al acero, aluminio y automóviles o partes fuera del tratado comercial. Los aranceles siguen, si bien pausados por 90 días, y la amenaza revisionista también, pues en el mejor de los casos, de cumplirle todo al tío Trump, quedarían en 12% en promedio.
2.- Analizadas con cuidado, en las palabras de Trump, además del acostumbrado maltrato (“remember the Gulf of America”) hay una amenaza directa al emplazar el apoyo del Congreso para deshacer el Acuerdo Trilateral, el cual considera es “el peor acuerdo comercial que haya firmado Estados Unidos”; es decir, en la revisión del mismo irá por la pena máxima, que es terminar la trilateralidad y negociar con los antiguos socios de América del Norte de manera diferenciada. El alivio para México es momentáneo, habrá que seguir cumpliendo las exigencias de cooperación en migración y combate al narcotráfico/fentanilo y ubicarse en el “escenario benevolente” planteado por la OCDE, en caso de que los aranceles quedaran en nivel intermedio, con un crecimiento de 0.5%, inflación hacia el 4% y paridad cambiaria en 20.5 pesos por dólar. Esto es, un escenario de estanflación y recesión técnica.
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3.- El ajuste es inminente. En los Precriterios de Política Económica para 2026 se refleja esa cautela presupuestaria, pues no obstante el obligado y habitual optimismo hacendario, las previsiones reflejan una estrategia de ajuste. Para 2025, SHCP estima el crecimiento entre 1.5 y 2.3%, bastante lejos del consenso del sector privado que lo ubica en 0.5%, en tanto que para 2026, Hacienda estima una posibilidad de crecimiento entre 1.5 y 2.5%, también lejos de la estimación del sector privado que lo sitúa en torno a 1%. La caída de ingresos se enfrentará con mayor eficiencia recaudatoria y el uso de tecnologías digitales, buscando cerrar espacios a la evasión, en tanto que el gasto habrá de priorizar programas sociales e inversión en infraestructura y transición energética. La inflación se prevé este año en 3.5%, en tanto que para 2026 se espera converja hacia el 3%. El déficit público para 2025 se sostiene en 3.9% y quizá 4% para 2026, lo que llevaría a revisión la calificación soberana. La tasa de interés de referencia de Banxico se sitúa en 8% a final de año, pensando en 7% para 2026. El tipo de cambio se estima en 20 pesos por dólar, el cual, es sabido, se sostiene principalmente por el atractivo de la tasa de interés y su convertibilidad. La deuda, se insiste, se ubicaría en 52.3% del PIB aun cuando pronto llegará a la friolera de 20 billones de pesos, habiéndola recibido en 14 billones en 2018.
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4.- Si la buena relación con los Estados Unidos subsiste y no hay un desfogue arancelario, es posible que los números hacendarios casen, no obstante haber incluido ya un ajuste considerable de cualquier previsión previa. “Nos fue menos peor que a otros”, se dirá. El choque arancelario habrá de justificar los recortes y el exiguo crecimiento, incluida la recesión, cuando crecer cero por ciento sería una buena noticia.
5.- Estemos atentos, pues a partir del 21 de abril se realizarán en Washington las reuniones de primavera del FMI y el Banco Mundial. Ambas instituciones perfilan un ambiente sombrío, de desaceleración de la economía global, reducción del crecimiento de todos los países y escasas expectativas de reconversión o cambio estructural para superar los obstáculos, además de insuficiencia de fondos para financiar proyectos de desarrollo en los países que lo necesitan. El FMI alerta que el desorden arancelario y el choque frontal con China representan claramente riesgos importantes para las perspectivas globales en un momento de crecimiento muy lento.