La extrema derecha y las elecciones alemanas

26 de Febrero de 2025

Juan Antonio Le Clercq
Juan Antonio Le Clercq

La extrema derecha y las elecciones alemanas

Le Clercq

Juan Antonio Le Clercq

El ascenso de AfD, Alternativa por Alemania, en las elecciones celebradas recientemente en aquel país, ha encendido las alertas sobre el peso creciente de los partidos de extrema derecha en el continente europeo. El salto electoral de AfD ha sido notable sin duda, pasando de 10% en 2021 hasta el 21% en 2025, lo cual se ha conseguido tanto por el colapso de la socialdemocracia como arrancando votos a los democratacristianos, el partido más votado, y a los liberales.

El resultado, que ubica en peso electoral de la AfD en el rango de lo que han alcanzado otros partidos nacionalistas o de extrema derecha en otras elecciones recientes, como el Frente Popular en Francia, Reforma UK en Reino Unido, el Partido por la Libertad en Países Bajos, el Partido de la Libertad en Austria o los Amigos de Italia en ese país, advierte sobre la conformación de un bloque ultra conservador con simpatías crecientes entre la ciudadanía y mayor influencia en la conformación de la agenda política tanto de la Unión Europea como al interior de cada país.

Por supuesto, habría que matizar el alcance inmediato del resultado electoral en Alemania, pues las características de los sistemas parlamentarios en los países europeos y la necesidad de articular coaliciones gobernantes en ocasiones multipartidistas, permiten contener la formación de gobiernos de extrema derecha, como ocurrió en las últimas elecciones en Países Bajos o Francia. En este sentido, lo que cabe esperar en Alemania es la conformación de una coalición entre la democracia cristiana y la socialdemocracia que dejarán a la AfD, por lo pronto, solo como partido opositor en el parlamento.

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Lo que no puede ignorarse es que las elecciones en Alemania ratifican el descontento ciudadano con los partidos tradicionales y la desconfianza hacia las instituciones europeas que afecta al continente. La advertencia está ahí, los ciudadanos no ven respuestas de sus gobiernos ante problemas como la inflación, el desempleo, los costos de los energéticos, la crisis de vivienda, la brecha salarial o en general tendencia hacia condiciones de precarización económica que enfrenta la población. Por supuesto, todo esto aderezado con el rechazo a la figura del migrante como chivo expiatorio de las frustraciones sociales, azuzado en forma oportunista por líderes políticos de distintas corrientes.

Tampoco puede dejarse de lado que el ascenso de la extrema derecha en Europa, más que representar solamente un ciclo electoral temporal, se enmarca en el reordenamiento de la geopolítica global y la crisis más amplia de las democracias liberales. Los europeos no pueden ignorar la advertencia contenida en los discursos de J.D. Vance o Elon Musk durante sus giras por Europa, y su respaldo sin tapujos a los partidos de extrema derecha. Cuando veas las barbas de tu vecino cortar…

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Friedrich Merz enfrentará un doble reto monumental como canciller alemán. Por un lado, dar respuesta al descontento económico y social en su país, luego del rotundo fracaso de Olaf Scholtz, para evitar que aumente aún más el respaldo a la extrema derecha. Pero, por otro lado, deberá articular un liderazgo europeo sólido de la mano de figuras como el presidente francés Emmanuel Macron, el primer ministro británico Keir Starmer y la presidente de la Comisión Europea, Ursula Von del Leyden, para contener el impacto del discurso trumpista o la influencia de las maniobras de Putin, al igual que la agenda de figuras con peso político en Europa que promueven una visión ultra conservadora, como Víctor Orban en Hungría o Giorgia Meloni en Italia.

Lo que falta por ver es si la conformación de un bloque de contención europeo ante la extrema derecha evitará la tentación de adoptar también parte de su agenda política para seducir al electorado descontento, como el simbolismo nacionalista, el proteccionismo económico o el rechazo a los migrantes. Lo que es indiscutible es que solo estamos ante el inicio de la turbulencia política europea en el contexto de una geopolítica de poderes salvajes y erosión de las instituciones multilaterales.