La combinación de un ambiente seco y rachas de fuertes vientos, extendieron en agosto de 2023 los incendios forestales por la isla de Maui, arrasando Lahaina a su paso, monumento histórico nacional en los Estados Unidos. Los daños estimados incluyen más de 100 personas fallecidas, 11,000 evacuadas durante la emergencia, más de 17,000 edificios destruidos, muchos catalogados como patrimonio histórico Lahaina. Las pérdidas se han calculado en 5.5 billones de dólares.
En octubre de 2023 el huracán Otis, categoría 5, devasta Acapulco. Los daños afectaron viviendas, negocios e instalaciones hoteleras en un rango de siete hectáreas, además de impactar el acceso a servicios básicos como agua y electricidad y provocar graves daños a pequeñas comunidades en los alrededores. Las cifras oficiales reportaron 47 personas fallecidas y 59 desaparecidas, aunque las cifras son disputadas. Las pérdidas económicas se calculan en más de 15 mil millones de dólares. Menos de un año después, el huracán John, categoría 3, impactó nuevamente Acapulco justo cuando se encontraba en fase de recuperación.
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Entre mayo y junio de 2024, una ola de calor en el sur de Paquistán elevó la temperatura a más de 40ºC y una sensación térmica de más de 50ºC, lo que provocó la muerte de 568 personas, importantes pérdidas de ganado, impactos en la dotación de electricidad y agudización de la inseguridad hídrica y alimentaria para una región afectada por la pobreza.
En octubre de 2024, lluvias torrenciales en la región de Valencia impactaron 78 municipios, dejando a su paso alrededor de 300 personas fallecidas, daños en infraestructura pública, viviendas y más de 120,000 vehículos particulares destruidos. Preliminarmente se calculan las pérdidas económicas en cerca de 15 mil millones de euros.
Durante la segunda semana de enero el sur de California ha sido devastado por incendios alimentados por condiciones de sequía, niveles muy bajos de humedad y rachas de fuertes vientos. Esta semana continua la alerta ante el riesgo de los incendios se hacia otras regiones del estado. Preliminarmente se calcula que la destrucción de viviendas en 16,000 hectáreas, equivalentes a tres veces Manhattan, incluyendo prácticamente toda la zona de Pacific Palisades. Han perdido la vida 29 personas, 200 mil han sido evacuadas y los costos se proyectan en el rango de 150 mil millones de dólares
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Lo que nos dicen estos eventos, cada uno de los cuales fue catalogado como sorprendente o inédito por sus características, es que la posibilidad de sufrir el impacto de desastres naturales como resultado del cambio climático, es una realidad para toda la población del planeta. A pesar del panorama de devastación, pérdidas de vidas y daños económicos, es evidente es que las sociedades no están adecuadamente preparadas para enfrentar desastres naturales más extremos y frecuentes, sin importar sus condiciones económicas.
Algunas lecciones importantes: los sistemas de seguros comienzan a ser desbordados por el alcance de los daños y esto aumenta la incertidumbre de millones de familias; la negligencia de las autoridades para prevenir e implementar acciones de protección civil incrementa exponencialmente los daños; ante la magnitud de los desastres las capacidades institucionales son insuficientes y terminan siendo rápidamente desbordadas y los programas de adaptación difícilmente pueden ser efectivos para proteger a la población y evitar pérdidas millonarias; los contextos marcados por condiciones de pobreza y desigualdad agudizan el sufrimiento y la posibilidad de que las comunidades pierdan irreversiblemente el patrimonio construido a lo largo de toda una vida.
No hay más espacio para el autoengaño o la negación oportunista: el único camino consiste en impulsar acciones más efectivas y urgentes para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero e implementar procesos de transición hacia modelos de vida y economía sostenibles. No actuar implica aceptar el Piroceno como futuro inevitable.